10.2.06

Explicación Parte 7 GOSHO: “LA APERTURA DE LOS OJOS”

Disertación de estudio del presidente Ikeda
CONFERENCIAS SOBRE “LA APERTURA DE LOS OJOS”
(Traducción del original en japonés publicado en la edición de octubre de 2004 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.)

[7] El devoto del Sutra del loto es quien practica la enseñanza correcta con inmensa perseverancia y amor compasivo


Cuando Nichiren Daishonin estableció su enseñanza [en 1253], previó que surgirían, inevitablemente, grandes dificultades y obstáculos. No obstante, se puso de pie como devoto del Sutra del loto y juró armarse del “deseo potente e inquebrantable de salvar a todos los seres, sin jamás flaquear en mis esfuerzos”.
[1] En la entrega anterior, hablé sobre este punto.
La lucha siguiente fue, tal como predijo y como corroboran los fragmentos del Sutra del loto, una batalla contra un sinfín de persecuciones. El Daishonin escribe:

Ya transcurrieron más de veinte años desde que comencé a proclamar mis doctrinas. Día tras día, mes tras mes, año tras año, me vi sujeto a persecuciones incesantes. Los trastornos y las hostilidades menores han sido tantos, que superan toda cuenta, pero las persecuciones importantes han sido cuatro.
[2]

Las persecuciones férreas e implacables surgen del odio y de la envidia

“Las persecuciones importantes han sido cuatro”, afirma el Daishonin. En las dos décadas posteriores al establecimiento de su enseñanza, afrontó persecuciones graves, que además de poner su vida en riesgo, amenazaron la existencia de su comunidad de creyentes. No hace falta aclarar que hablo de la persecución de Matsubagayatsu (1260), el exilio a Izu (1261), la persecución de Komatsubara (1264) y la persecución de Tatsunokuchi y exilio a Sado (1271).
La persecución de Tatsunokuchi y el exilio inmediato a Sado fueron el ataque más duro de las autoridades contra el Daishonin, quien fue escoltado por la fuerza hacia el sitio de ejecución, donde los verdugos estuvieron a punto de decapitarlo. Sus seguidores fueron tratados como traidores. La represión del gobierno fue tan dura, que incluso los que sólo habían escuchado sus enseñanzas se vieron sometidos a castigos rigurosos.
[3]
Las cuatro grandes persecuciones revelaron claramente la malicia y brutalidad de los que conspiraban para deshacerse del Daishonin y destruir la comunidad de creyentes que lo seguían.
Con respecto a los muchos otros ataques y obstáculos que afrontó, el Daishonin escribe: “Los trastornos y las hostilidades menores han sido tantos, que superan toda cuenta”.
[4] Entre ellas, hubo insultos y calumnias, falsas acusaciones, acosos, y multas, gravámenes y expulsiones aplicados a sus discípulos. Las persecuciones de esta clase --que, como dice el Daishonin, “superan toda cuenta”-- se sucedieron sin pausa, reflejo de la naturaleza implacable de sus torturadores.
Aquí, después de describir someramente las dificultades que tuvo que soportar hasta ese momento, el Daishonin cita diversos fragmentos de los sutras y comentarios que esclarecen la verdadera naturaleza de las personas que lo perseguían.
Estas personas viven impulsadas, fundamentalmente, por la envidia y el odio, por una profunda animosidad que surge de un caldero hirviente de complejas emociones negativas. Los sacerdotes y seguidores laicos de otras escuelas budistas de la época albergaban profundos celos y resentimiento hacia Nichiren Daishonin, a causa de la fe pura de este último, inquebrantablemente comprometido con la práctica de la enseñanza correcta como devoto del Sutra del loto. También lo odiaban abiertamente porque había refutado los errores de las escuelas religiosas a las que pertenecían.
El Daishonin aquí cita pasajes del Sutra del loto donde se indica que el odio y los celos hacia el devoto del sutra constituyen la raíz de la persecución a la que se ven sujetos los que propagan la Ley en el Último Día.
[5] Entre dichos pasajes, figuran los siguientes:

Puesto que el odio y los celos hacia este sutra abundan incluso durante la vida de El Que Así Llega, ¡cuánto peor será después de su muerte!
[6]

Si esta persona [actuara contra un sutra como éste, o si] al ver a los que leen, recitan, copian y proclaman este sutra, los desprecia, odia, envidia o trata con rencor…
[7]

[El Sutra del loto] generará mucha hostilidad en el mundo y será difícil creer en él.
[8]

También se refiere a otros fragmentos del Sutra del loto y del Sutra del nirvana donde se detalla la persecución insidiosa que surge del odio y de los celos, y que se manifiesta como insultos, calumnias, acusaciones falsas, expulsiones y exilios, y otras formas de violencia directa e indirecta que buscan alejar a la gente de la enseñanza correcta. Para recalcar este punto, además, cita comentarios de T’ien-t’ai, Miao-lo, Dengyo, Chih-tu (autor del Tung-ch’un) y otros.
En el Último Día de la Ley, sobre el devoto del Sutra del loto se abaten persecuciones tremendas y despiadadas, debido al odio y a la envidia sin freno que se agitan en la vida de los atacantes.

La época en que reina la oscuridad fundamental



Cuando a un niño se lo cauteriza con moxa para tratarlo de alguna dolencia, éste invariablemente se enfada con su madre; cuando a alguien gravemente enfermo se le administra un buen remedio, sin falta se queja de su amargo sabor. Las quejas acerca del Sutra del loto son muy parecidas, e incluso ya lo eran durante los tiempos del Buda. ¡Cuánto más acérrima es la oposición después de su muerte, especialmente en los días Medio y Último Día de la Ley, y en un país lejano como el Japón! Así como las montañas se depositan sobre montañas, y las olas secundan a las olas, las persecuciones se suceden unas a otras y las críticas se suman a las críticas.
Ahora, han pasado más de doscientos años desde que comenzó el Último Día de la Ley. El Buda predijo que las condiciones serían mucho peores después de su muerte; vemos estos portentos en las peleas y reyertas que se producen actualmente, porque prevalecen doctrinas irrazonables. Y, como prueba de que estamos viviendo en una época corrupta, yo no fui citado para mantener un debate doctrinal con mis adversarios, sino enviado al exilio, habiendo peligrado mi propia vida.
[9]


La esencia de este odio y esta envidia es la oscuridad fundamental,
[10] que se refiere a la ignorancia y a la incredulidad con respecto a la Ley mística.
Como analicé en la última entrega, el Último Día se caracteriza porque reinan la incredulidad en la enseñanza correcta y las acciones contra la Ley. Cuando el devoto del Sutra del loto expone la enseñanza correcta, la oscuridad fundamental que anida en la vida de la gente actúa como una función demoníaca. La sociedad, en esta época corrupta, refleja fielmente la descripción que hace el Sutra del loto de los “demonios malignos” que se apoderan de la vida de los seres humanos para perseguir a los practicantes del sutra.
Es tal como afirma el Daishonin cuando escribe: “La oscuridad fundamental se manifiesta como el rey Demonio del Sexto Cielo”.
[11] Del mismo modo, de acuerdo con su observación, “Las funciones demoníacas malignas odian a las buenas personas”,[12] aquellos en cuya vida se desatan las funciones demoníacas o destructivas hostigan a los practicantes de la enseñanza correcta.
El Daishonin también declara:

Toda la tierra del Japón odia a Nichiren. […] Todos, desde el gobernante hasta la gente común, se revuelven de ira contra mí, como nunca se ha visto en el mundo. Es la primera vez que la oscuridad fundamental irrumpe en la vida de la gente común, capturada en las ilusiones del pensamiento y del deseo.
[13]

En el Último Día, cuando en la sociedad proliferan las acciones contra la Ley, aparecen los tres obstáculos y los cuatro demonios con mayor intensidad aún que en el Día Medio de la Ley, en que vivieron T’ien-t’ai y Dengyo. Esto se debe a que la incidencia de tales actos contra la Ley estimula la función de la oscuridad fundamental e intensifican los tres venenos: furia, codicia y estupidez. En consecuencia, son mayores la envidia y el odio hacia el devoto del Sutra del loto que expone y propaga la enseñanza correcta.
El Daishonin lo explica en La apertura de los ojos, valiéndose de la siguiente analogía: “Cuando a un niño se lo cauteriza con moxa para tratarlo de alguna dolencia, éste invariablemente se enfada con su madre; cuando a alguien gravemente enfermo se le administra un buen remedio, sin falta se queja de su amargo sabor”.
[14]
El hecho de que uno sea el practicante del Sutra del loto, que esté propagando infaliblemente la Ley mística, despierta un feroz resentimiento en aquellos que no pueden creer en ella. Como afirma el Daishonin: “[Si ustedes la propagan, sin falta surgirán funciones demoníacas]. Pues si esto no ocurriera, no habría forma de saber que ésta es la enseñanza correcta”.[15]

El devoto es atacado por reiteradas persecuciones, aun sin haber cometido mal alguno

Los ataques difamatorios son el medio que utilizan las personas profundamente arrogantes para desacreditar a los justos. Estas, deseosas de eludir el debate o el diálogo, y en aras de resguardar su propio prestigio, recurren al medio infame de propagar mentiras y calumnias acerca de sus enemigos. Ensucian a los justos, tratándolos de villanos.
El capítulo “Aliento a la devoción” (13o) del Sutra del loto describe la forma en que los sacerdotes arrogantes respetados como santos --es decir, la tercera clase de enemigos poderosos-- diseminarán calumnias contra el devoto del Sutra del loto ante los gobernantes, ministros y otras personas influyentes de la sociedad. Al mismo tiempo, el Sutra del nirvana dice que muchas personas no budistas se presentaron ante el rey Ajatashatru
[16] para acusar falsamente a Shakyamuni; por ejemplo, diciendo que era un hombre ávido de riquezas y que se valía de conjuros y hechizos. Con argumentos totalmente opuestos a la verdad, dijeron que el Buda era “un hombre de perversidad incomparable”.[17]
En una sociedad sensata, naturalmente habrá líderes capaces de reconocer estas mentiras. El Daishonin nota que T’ien-t’ai y Dengyo inicialmente afrontaron diversas persecuciones en el Día Medio de la Ley, pero que sus gobernantes, en última instancia, pudieron discernir y esclarecer lo correcto, y poner fin a todo tipo de hostigamientos.
Sin embargo, en el Último Día de la Ley, cuando las enseñanzas budistas son distorsionadas y manipuladas por sacerdotes que se han dejado dominar por la función demoníaca, los líderes de la sociedad pierden la capacidad y la voluntad de distinguir entre el bien y el mal. Por ende, el Daishonin escribe: “Prevalecen doctrinas irrazonables. Y, como prueba de que estamos viviendo en una época corrupta, yo no fui citado para mantener un debate doctrinal con mis adversarios”.
[18] Aquí, se refiere a la forma escandalosa en que el gobierno administraba la justicia, como cuando sentenció sumariamente a Nichiren Daishonin al exilio --equivalente a la pena de muerte-- sin darle una equitativa oportunidad de defenderse de los cargos que se le imputaban.
En la época democrática actual, la mención a los “gobernantes incapaces de discernir la verdad” se aplica a las sociedades cuyo pueblo acepta la mentira y mira de brazos cruzados cómo sus compatriotas son objeto de calumnias.
Si uno no confronta las mentiras y las distorsiones, la gente pensará que son hechos reales. La sociedad que no puede combatir esta manipulación de la verdad seguramente sufrirá por su propia decadencia y corrupción espiritual. Por lo tanto, para impulsar el kosen-rufu en el Último Día, es absolutamente vital que emprendamos un debate enérgico y perspicaz, y que ejerzamos la palabra valientemente, para neutralizar la oscuridad fundamental en la vida del pueblo y confrontar las acciones contra la Ley, que espiritualmente son tan destructivas. Es la única forma de restaurar la salud espiritual en nuestra sociedad.
Aunque, específicamente, me centré en el ejemplo de las mentiras y acusaciones falsas utilizadas para atacar a los devotos del Sutra del loto, no es fácil de ninguna manera hablar de frente y proclamar la verdad en una sociedad corrupta, donde se confunde el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto. Diría, al revés, que cuanto más uno defiende la verdad, más feroces se tornan las persecuciones y ataques. Es como el caso de la persona que, en la Antigüedad, proclamaba que la Tierra gira alrededor del Sol, cuando todos estaban convencidos a rajatabla de que el Sol daba vueltas en torno a la Tierra. Los que defienden la verdad encuentran persecuciones implacables e incomprensibles; esto, de por sí, demuestra que son personas íntegras y veraces.
El Daishonin, puesto a analizar los requisitos de un devoto del Sutra del loto en el Último Día de la Ley, escribe:

Si a una persona que no es culpable de ningún delito le siguen acaeciendo, una y otra vez, persecuciones mayores a las que sufrió el Buda durante su existencia, debe entenderse que esa persona es un verdadero devoto del Sutra del loto en la época posterior a la muerte del Buda.
[19]

Aunque el devoto del Sutra del loto no ha cometido ninguna falta, constantemente se ve acosado por persecuciones tremendas. Es lo que describe enfáticamente el Daishonin con estas palabras: “Así como las montañas se depositan sobre montañas, y las olas secundan a las olas, las persecuciones se suceden unas a otras y las críticas se suman a las críticas”.
[20]
Consciente desde el comienzo de que afrontar persecuciones sería ineludible, el Daishonin se puso de pie valientemente, como devoto del Sutra del loto. Y habiendo sostenido una batalla incesante durante veinte años, siguió exponiendo la enseñanza correcta con el rugido apasionado de un león, desde el lugar de su destierro en la isla de Sado.

Proclamar la Ley mediante la perseverancia y el amor compasivo


Si hablamos de entender el Sutra del loto, sólo tengo una ínfima parte de la capacidad inmensa que tuvieron T’ien-t’ai y Dengyo. Pero, en lo que respecta a mi capacidad de resistir persecuciones y a la magnitud de mi amor hacia los demás, creo que T’ien-t’ai y Dengyo me respetarían profundamente.
[21]


En el fragmento anterior, el Daishonin define su propia identidad como devoto del Sutra del loto.
Aun en el supuesto caso de que T’ien-t’ai y Dengyo lo superaran en comprensión profunda del Sutra del loto, el Daishonin dice que nadie puede igualarse a él en perseverancia y amor compasivo a la humanidad.
Naturalmente, para difundir la Ley mística en el Último Día, es importante hablar con los demás basados en una comprensión profunda del Sutra del loto; en otras palabras, exponer la enseñanza y las doctrinas del sutra de manera lógica y coherente. El Daishonin dice que, tal vez, T’ien-t’ai y Dengyo tengan una mayor autoridad para impartir explicaciones lúcidas y racionales, pero de ninguna manera está rechazando la necesidad de este tipo de fundamentación.
Sin embargo, lo importante es la perseverancia (es decir, la capacidad de soportar la persecución) y el amor compasivo y humanístico, indispensables para propagar realmente la Ley en la época corrupta conocida como el Último Día de la Ley, y para ayudar a ser felices a las personas que experimentan sufrimientos extremos. La perseverancia y el amor compasivo son como dos caras de una misma moneda. Este profundo amor a la humanidad, basado en el deseo de liberar al ser humano del sufrimiento, nos da fuerzas insospechadas para soportar la persecución y difundir la Ley.
Pero resistir la persecución y perseverar en medio de obstáculos no implica un estado de aceptación resignada o pasiva. El Último Día es una época en la que impera el mal. Los que tienen conciencia de su misión --vencer este mal y hacer que los demás comprendan la verdad suprema de la vida-- deben prepararse para seguir luchando, aun ante las dificultades más terribles. Su conducta está motivada en un amor tan solemne como riguroso, que los lleva a luchar para que nadie, en el Último Día, caiga en la trampa desafortunada de actuar contra la Ley. Este amor incondicional conduce directamente a la iluminación de todos los pueblos en el Último Día.

La alegría de la fe, basada en el principio de “adoptar voluntariamente el karma apropiado”


Con este cuerpo que poseo, he cumplido las predicciones del sutra. Cuanto más me atacan las autoridades del gobierno, mayor es mi deleite. Por ejemplo, hay ciertos bodhisattvas del Hinayana, aún no liberados de la ilusión, que a través de su propio juramento benevolente adoptan un karma negativo. Si ven que su padre y su madre han caído en el infierno y están sufriendo muchísimo, deliberadamente crean el karma apropiado con la esperanza de poder caer también en el infierno y compartir los sufrimientos de sus padres asumiéndolos como propios. Así pues, para estas personas, el sufrimiento es una alegría. Lo mismo ocurre conmigo [con respecto al cumplimiento de las predicciones]. Aunque en este momento tengo que enfrentar pruebas casi imposibles de soportar, me inunda el júbilo de sólo pensar que, en el futuro, podré dejar de nacer en los malos caminos.
[22]


El amor compasivo es la fuerza motriz que sostiene la perseverancia; y la perseverancia es prueba de un profundo sentimiento de amor a los seres humanos. Para explicarlo, el Daishonin analiza el principio de “adoptar voluntariamente el karma apropiado”.
[23]
Aquí, el Daishonin señala que las persecuciones graves que él ha enfrentado corresponden al principio de que los bodhisattvas adoptan voluntariamente el karma apropiado y eligen asumir estos sufrimientos, en su deseo de guiar a los seres humanos a la iluminación. Así como los bodhisattvas consideran que adoptar sufrimientos para salvar a los seres vivos es una alegría, el Daishonin dice que él también considera el dolor y el sufrimiento derivados de sus persecuciones como un motivo de júbilo, pues ello le permitirá evitar los malos caminos en futuras existencias.
Esta conciencia jubilosa con que se vive el karma como algo escogido y adoptado voluntariamente aparece en los últimos renglones de La apertura de los ojos, donde leemos:

Por lo que hice, fui condenado al exilio, pero éste es un sufrimiento menor, limitado a mi existencia actual, y del que no vale la pena lamentarme. En mis existencias futuras, disfrutaré de una inmensa felicidad, y este pensamiento me colma de profunda alegría.
[24]

El principio de “adoptar voluntariamente el karma apropiado” es la conclusión lógica de la noción budista sobre la transformación del karma. Para decirlo simplemente, representa una forma de vivir en la cual el karma se convierte en misión.
Todo lo que ocurre en nuestra vida tiene significado. Es más, la forma budista de vivir es hallar y descubrir sentido en todas las cosas. Nada es vano o carente de sentido. Sea cual fuere el karma de alguien, sin falta ha de tener un significado profundo.
Y no me refiero a una cuestión de enfoque. Cambiar el mundo empieza por cambiar nuestra mentalidad fundamental. Este es un principio clave dentro del budismo. La potente determinación de convertir hasta el karma adverso en misión puede transformar radicalmente el mundo real. Cuando cambiamos nuestro estado de vida interior, podemos transformar cualquier sufrimiento o adversidad en un motivo de alegría, y considerarlo un medio para cultivar y perfeccionar nuestra existencia. Convertir incluso el dolor en creatividad es la forma de vivir de un practicante del budismo.
Y Nichiren Daishonin es quien nos enseña este camino esencial mediante su propia conducta y sus acciones como devoto del Sutra del loto.
El camino directo hacia la felicidad es tener espíritu de lucha. Sólo las contiendas y los desafíos nos permiten desarrollar fortaleza interior y construir existencias realmente creativas. A la vez, cuando uno mantiene una fe inquebrantable en la enseñanza correcta, pase lo que pase, sean cuales fueren los obstáculos, puede entrar en la órbita de la dicha genuina por toda la eternidad. Lograr la Budeidad en esta existencia significa asegurar esta órbita en nuestra vida diaria, en el tiempo que dure nuestra vida actual.
El practicante de la enseñanza correcta que lucha sin descanso por propagar la Ley puede ser visto como el epítome del humanismo supremo, que el Daishonin asumió y mostró basado en el Sutra del loto.
Si vemos las dificultades desde un elevado estado de vida, todas son el verdadero cimiento de nuestro crecimiento y desarrollo personal. El practicante de la enseñanza correcta que sobrelleva los obstáculos pensando “Si [las funciones demoníacas no surgieran], no habría forma de saber que ésta es la enseñanza correcta”,
[25] llega a corporificar la Ley mística sin falta. Alguien así logra el inmenso estado de vida en el cual todas las dificultades que acaecen pueden ser vistas como “paz y goce”,[26] y es natural deleitarse en ellas, con el sentimiento reflejado en el pasaje del Gosho que dice “Cuanto más grandes sean las dificultades que se abatan sobre él, mayor será su deleite, debido a la fuerza de su fe”.[27]
El Daishonin, al revelar claramente su estado de vida a sus seguidores y a toda la población mediante La apertura de los ojos, buscó abrir los ojos de todos los hombres cegados por la oscuridad fundamental. También luchó por transmitir el júbilo indescriptible que experimenta un devoto del Sutra del loto.

(Continuará.)


(Traducción del original en japonés publicado en la edición de noviembre de 2004 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.)

[1] The Writings of Nichiren Daishonin (WND), pág. 240.
[2] Ib.
[3] Véase WND, pág. 240.
[4] Ib.
[5] Ib.
[6] Sutra del loto, cap. 10 (“Maestro de la Ley”), pág. 164.
[7] Véase Sutra del loto, cap. 3 (“Parábolas y semejanzas”), pág. 74.
[8] Véase Ib., cap. 14 (“Prácticas pacíficas”), pág. 207.
[9] WND, págs. 241-242.
[10] También llamada ignorancia fundamental o primordial. Es la ilusión más profundamente arraigada e inherente a la vida, que da origen a todas las demás ilusiones. La oscuridad fundamental se refiere a la incapacidad de ver o reconocer la verdad; en particular, la verdadera naturaleza de la propia vida. El Daishonin interpreta la oscuridad fundamental como la ignorancia de la Ley suprema, o la ignorancia de que la propia vida es, esencialmente, una manifestación de la Ley, que él identifica como Nam-myoho-renge-kyo.
[11] WND, pág. 1113.
[12] Ib.
[13] Ib., pág. 1114.
[14] WND, pág. 241.
[15] Ib., pág. 501.
[16] Ajatashatru: Rey de Magadha, India, que vivió en la misma época que Shakyamuni. Incitado por Devadatta, quien se había convertido en enemigo de aquel, Ajatashatru asesinó a su propio padre, el rey Bimbisara, que era seguidor de Shakyamuni. Luego, ocupó el trono en su lugar. En otra ocasión, nuevamente instigado por Devadatta, soltó una estampida de elefantes embriagados para asesinar a Shakyamuni y a sus discípulos. Después, atormentado por la culpa por el parricidio, contrajo una enfermedad que le cubrió el cuerpo de llagas pestilentes. En ese momento, por consejo de su médico y ministro Jivaka, buscó a Shakyamuni, quien le enseñó las doctrinas del budismo y le permitió erradicar su karma negativo y prolongar su vida.
[17] WND, pág. 240.
[18] WND, pág. 242.
[19] Ib., pág. 696.
[20] Ib., pág. 241.
[21] WND, pág. 242.
[22] WND, pág. 243.
[23] Adoptar voluntariamente el karma apropiado: Este término se aplica a los bodhisattvas que, pese a estar en condiciones de recibir las puras recompenses de su práctica budista, renuncian a ellas y juran renacer en un mundo impuro para salvar a los seres vivos. Difunden la Ley mística, soportando los mismos sufrimientos que aquellos que nacen en el mundo impuro a causa de su karma. El término se origina en la interpretación que hace Miao-lo de ciertos fragmentos importantes del capítulo 10o del Sutra del loto (“Maestro de la Ley”).
[24] WND, pág. 287.
[25] WND, pág. 501.
[26] Véase El registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, traducido por Burton Watson, Tokio, The Soka Gakkai, 2004, pág. 115.
[27] Ib., pág. 33.

31.12.05

Gosho de Año Nuevo

Página 1137
He recibido cien rebanadas de torta de arroz cocido al vapor y una cesta de frutas. El día de Año Nuevo representa el primer día del primer mes, el comienzo del año y el inicio de la primavera.[1] La persona que celebre esta fecha acumulará virtudes y será amada por todos, así como la Luna va creciendo de tamaño a medida que avanza de Oeste a Este,[2] y así como el Sol resplandece con más fuerza mientras se desplaza desde el Este hacia el poniente.En primer lugar, está la cuestión de dónde quedan exactamente el infierno y la Budeidad. Con respecto a esto, un sutra señala que el infierno se encuentra bajo tierra, y otro afirma que el Buda reside en el Oeste. Sin embargo, un examen más cuidadoso revela que ambos existen en nuestro cuerpo de un metro y medio de altura. Y esto ha de ser verdad, porque el infierno está en el corazón de la persona que, íntimamente, desprecia a su padre e ignora a su madre. Es como la semilla del loto, que contiene flor y fruto a la vez. Del mismo modo, el Buda habita en nuestro propio corazón. Por ejemplo, el pedernal tiene la propiedad de encender el fuego, y las piedras preciosas poseen un alto valor intrínseco. Las personas comunes no podemos vernos las pestañas, que están tan cerca de los ojos, ni tampoco alcanzamos a ver el cielo a la distancia. De manera similar, tampoco vemos que el Buda existe en nuestro corazón. Usted se preguntará cómo es posible que la Budeidad resida en nosotros, cuando este cuerpo, gestado por el esperma y la sangre de nuestros padres, es la fuente de los tres venenos y la morada de los deseos carnales. Pero un análisis reiterado nos muestra la verdad de esta cuestión. La flor pura del loto abre sus pétalos en un estanque fangoso; la madera fragante del sándalo crece en la tierra; los gráciles capullos del cerezo brotan de los árboles; la hermosa Yang Kuei-fei nació de una mujer de baja estirpe, y la Luna se eleva por encima de las montañas para bañarlas con su luz. La desventura proviene de nuestras palabras y nos lleva a la ruina, pero la buena fortuna se genera en nuestro corazón y nos vuelve dignos de respeto.La sinceridad con que ha enviado ofrendas al Sutra del loto a comienzos de Año Nuevo es como las flores del cerezo que brotan de los árboles, como el loto que se abre en el estanque, como las hojas del sándalo que se despliegan en las Montañas Nevadas, o como la Luna que comienza a ascender. Como el Japón se ha convertido en enemigo del Sutra del loto, está provocando la llegada de infortunios desde una distancia de mil millas. A la luz de ello, es seguro que los que hoy creen en el Sutra del loto acumularán una buena fortuna que provendrá desde diez mil millas. Los objetos proyectan sombras; así como la sombra siempre sigue al cuerpo, la desventura siempre se cernirá sobre un país cuyo pueblo sea hostil al Sutra del loto. Por el contrario, los que creen en este sutra son como el sándalo imbuido de fragancia.
Volveré a escribirle.
Nichiren
En el quinto día del primer mes.
Respuesta a la esposa de Omosu
172
Antecedentes
Esta carta fue enviada a la esposa de Omosu, en agradecimiento a unas ofrendas que el Daishonin había recibido de ella a comienzos del año. Sin embargo, se desconoce el año en que fue escrita.El apelativo Omosu deriva del lugar donde se encontraba su finca, la aldea de Omosu, en el distrito Fuji, provincia de Suruga. El nombre completo del marido era Ishikawa Shimbei Yoshisuke, y la destinataria, su esposa, era hermana mayor de Nanjo Tokimitsu.En la carta, Nichiren Daishonin explica, de manera sencilla y poética, la forma en que opera el principio de los diez estados, revelando que la Budeidad y el infierno existen en la vida de cada ser humano. La persona cuyo corazón rebosa de odio experimenta el estado de infierno, mientras que aquel que tiene fe en el Sutra del loto experimenta la Budeidad.
[1] De acuerdo con el calendario lunar japonés, la primavera comienza en el primer mes, es decir, el día de Año Nuevo de dicho calendario que, en el sistema gregoriano, cae aproximadamente entre el 21 de enero y el 19 de febrero.
[2] Esto alude a que la Luna nueva comienza a verse por el oeste, poco antes del crepúsculo. En las noches sucesivas, a medida que crece su parte visible, da la impresión de ir desplazándose ligeramente hacia el este.

6.8.05

Explicación Parte 6 GOSHO: “LA APERTURA DE LOS OJOS”

Disertación de estudio del presidente Ikeda
CONFERENCIAS SOBRE “LA APERTURA DE LOS OJOS”
(Traducción del original en japonés publicado en la edición de octubre de 2004 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.)


El juramento enfocado en la iluminación de las personas es el profundo poder interior que nos permite superar todos los obstáculos

Yo, Nichiren, soy la única persona en todo el Japón que lo comprende [que las demás escuelas budistas predican enseñanzas contrarias a la Ley y hacen que el pueblo caiga en los malos caminos de la existencia]. Pero si digo una sola palabra al respecto, con toda seguridad seré censurado por mis padres, hermanos y maestros, y el gobernante del país tomará medidas en contra de mí. Por otro lado, sé muy bien que, si no digo lo que debo, estaré actuando con falta de benevolencia. He ponderado qué rumbo tomar, en vista de lo que enseñan el Sutra del loto y el Sutra del nirvana. Si callo, tal vez esquive la persecución en esta existencia, pero en mi próxima vida sin falta caeré en el infierno del sufrimiento incesante. Si hablo, tengo plena conciencia de que me espera la lucha contra los tres obstáculos y los cuatro demonios. Pero, de los dos caminos, seguramente habré de escoger el último.
Sin embargo, si ante la persecución del soberano mi determinación llegara a flaquear, lo mejor sería que directamente no hablara. Mientras pensaba en esta cuestión, recordé las enseñanzas del capítulo “La Torre de los Tesoros” sobre los seis actos difíciles y los nueve actos fáciles. Las personas como yo, de escasa fortaleza, igual podrían levantar el monte Sumeru y arrojarlo por el aire; las personas como yo, de nulos poderes sobrenaturales, igual podrían cargar un fardo de paja a las espaldas y no quemarse, en medio del fuego que estallará a fines del kalpa de la declinación; las personas como yo, carentes de sabiduría, igual podrían leer y memorizar tantos sutras como arenas hay en el Ganges. Pero estos actos no son arduos, nos dice el sutra, cuando se los compara con la dificultad de creer en una sola frase o estrofa del Sutra del loto, durante el Último Día de la Ley. Así y todo, juré mantener el deseo potente e inquebrantable de salvar a todos los seres, sin jamás flaquear en mis esfuerzos.
[1]

Conferencia

Lo que forja y fortalece a los seres humanos, y construye una rica personalidad, es la fuerza del espíritu. Una sólida filosofía y un firme compromiso dan lugar a las cualidades que distinguen a las personas sobresalientes. La apertura de los ojos es un tratado que contiene la filosofía más profunda y el más firme compromiso.
Digo que contiene la “filosofía más profunda”, porque establece la grandiosa enseñanza sobre el logro de la Budeidad por parte de las personas comunes; esta doctrina corporifica el supremo amor compasivo, porque abre el camino hacia la salvación de toda la humanidad. Nichiren Daishonin reconoció la existencia de la Ley mística eterna en la vida aparentemente transitoria de los seres humanos, y estableció una vía para que cada persona tome contacto con la fuerza de dicha Ley. Es aquí donde encontramos la filosofía más profunda, capaz de brindar valor y esperanza a toda la gente.
Cuando hablo del “más firme compromiso”, me refiero al poderoso compromiso del kosen-rufu, que nos permite jurar que propagaremos esta enseñanza sublime, para liberar a la humanidad del sufrimiento, aun cuando surjan los peores obstáculos o funciones destructivas. No hace falta decir que, atrás de este compromiso, palpita la dedicación altruista a la Ley y la inmensa benevolencia de empatizar con los sufrimientos del pueblo y atesorar su infinito potencial.
En La apertura de los ojos, Nichiren Daishonin primero revela que la doctrina de los “tres mil aspectos contenidos en cada instante de la vida”, oculta en lo profundo del sutra, es la enseñanza que deberá ser propagada en el Último Día de la Ley, para que toda la humanidad pueda manifestar la iluminación. Ya hemos analizado este punto en detalle.
A continuación, el Daishonin identifica al verdadero devoto del Sutra del loto, que difundirá esta gran enseñanza. En otras palabras, después de revelar la “Ley” fundamental para el logro de la Budeidad, se centra en la “persona” que propagará dicha Ley.
Donde comienza esta parte del escrito, el Daishonin expone el juramento que hizo cuando decidió establecer su enseñanza: ponerse de pie por propia decisión y difundir la Ley mística en el Último Día de la Ley. Esto nos dice qué importante y qué profundo es hacer un juramento personal o un compromiso de vida, cuando uno decide asumir el desafío de propagar la Ley en esta época.

Las acciones contra la Ley derivan de la oscuridad fundamental, que niega el potencial humano de la Budeidad

El Daishonin explica así cuán difícil resulta construir el kosen-rufu en esta última época:

El Buda predijo en el Sutra del nirvana que, en el Último Día de la Ley, los que respeten la enseñanza correcta serán tan pocos como las partículas de tierra que caben sobre una uña, mientras que aquellos que actúen contra ella serán tan numerosos como el polvo de todas las tierras de las diez direcciones.
Según un fragmento del Sutra de la declinación de la Ley, los que actúen contra la enseñanza correcta serán numerosos como las arenas del Ganges, pero aquellos que la respeten serán apenas uno o dos guijarros. Aunque pasen quinientos o mil años, será difícil hallar una sola persona que crea en la enseñanza correcta. Los que caigan en los malos caminos a causa de delitos seculares serán, numéricamente, insignificantes como las partículas de polvo que caben en una uña, pero aquellos que caigan en los malos caminos por infringir la Ley budista serán como las partículas de polvo que componen las tierras de las diez direcciones. Y los que caigan en los malos caminos serán monjes, más que hombres laicos, y monjas, más que mujeres laicas.
[2]

El Último Día de la Ley es descrito como un período impuro, en el cual merma la capacidad de los hombres para comprender el budismo, y en que los monjes y monjas de las diversas escuelas budistas muestran una decadencia cada vez mayor. Aunque estas circunstancias, obviamente, son un factor importante, no es posible comprender plenamente por qué la propagación en el Último Día es mucho más difícil que en los días Primero o Medio,
[3] sin abordar el tema de las acciones contra la Ley.
Las “acciones contra la Ley” significan denigrar la enseñanza correcta, y derivan de la incredulidad o duda en dicha enseñanza. “Enseñanza correcta” se refiere al Sutra del loto, que expone la iluminación de todas las personas. Este sutra nos enseña que cada uno de nosotros puede manifestar la Budeidad. Pero esto es difícil de aceptar para muchas personas, porque tienden a pensar que un buda es un ser trascendente, del otro mundo, separado o distinto de los simples mortales. Bajo la influencia de esta noción autoritaria y de larga data, que imperó en la fe budista y en la religión, la gente no puede creer en el Sutra del loto y en su enseñanza de iluminación universal.
A la gente también le cuesta creer en su Budeidad potencial, en función de su propia experiencia real de vida. Cuando uno está pasando por una situación crítica, no atina a concebir que alguien con semejante nivel de sufrimiento pueda llegar a ser un buda.
Sin embargo, siguiendo este razonamiento, cuando las cosas marchan a pedir de boca, la gente tiende a pensar “Para qué buscar la iluminación o lograr la Budeidad, si ya soy feliz…”.
De una forma u otra, es poco común que una persona abrace la fe en la enseñanza correcta.
En consecuencia, como la idea de la iluminación universal resulta tan difícil de creer, muchos se inclinan hacia religiones de corte autoritario, que promueven la idea de un dios o un buda trascendental o divino, o imponen la institución sacerdotal como un intermediario imprescindible entre las personas y los seres supremos.
Cuando un practicante del Sutra del loto, dispuesto a esforzarse para que todas las personas expresen este estado de iluminación, aparece en una sociedad donde predominan tales ideas religiosas, muchos se aferran rígidamente a sus creencias anteriores y reaccionan con hostilidad, persiguiendo a la persona que, con justeza, está practicando una enseñanza correcta.
Por ejemplo, el capítulo “Aliento a la devoción” (13o) del Sutra del loto describe la forma en que los tres enemigos poderosos hostigan a los practicantes del sutra y dicen, con sarcástico desdén: “¡Claro que sí, son todos budas!”.
[4] Esto muestra que tales persecuciones derivan de la incapacidad de creer y en las acciones contra la enseñanza correcta que sostiene la iluminación de todos los seres humanos.
Las enseñanzas del Hinayana y del Mahayana provisional muestran a un Shakyamuni sobrehumano, dueño de un estado de vida que los hombres no podemos alcanzar, o bien hablan sólo de budas trascendentales, alejados del mundo de las personas comunes, como Amida o Mahavairochana (en japonés, Dainichi).
[5] Las escuelas budistas basadas en tales enseñanzas surgieron durante los días Primero y Medio de la Ley, y cuanto más se orientaron a budas sobrehumanos, más autoritarias llegaron a ser con el paso del tiempo.
En el Último Día de la Ley, la gente no llega a comprender el verdadero sentido del Sutra del loto e insiste aun más rígidamente en que la religión autoritaria es la correcta; la actitud religiosa que prevalece es sumisión dependiente al poder benéfico de los dioses o budas trascendentales. Por eso, el apego de los seres humanos a la fe en enseñanzas budistas preexistentes se acendra más aún, y las ideas equivocadas cunden sin freno, como lo evidencian estas palabras del Daishonin: “Los que exponen el Hinayana rechazan al Mahayana, y los qu.e transmiten enseñanzas provisionales atacan la verdadera enseñanza, hasta que el país queda invadido de personas que actúan contra la Ley”.
[6] Es decir que prevalecen las escuelas budistas que actúan contra el Sutra del loto.
Finalmente, estas escuelas son una influencia negativa que hace que muchas personas no crean en el Sutra del loto o actúen contra él; esto genera una lamentable situación, en la cual “En los tiempos impuros de la última época, los que actúen contra la enseñanza correcta [y caigan en los malos caminos] serán tantos como las partículas de polvo que integran las tierras de las diez direcciones”.
[7] El budismo es, desde el inicio, una enseñanza que existe para permitir que todas las personas logren la iluminación. Sin embargo, la gente cae en los malos caminos porque cree en doctrinas erróneas, expuestas por diversas escuelas budistas. Es lo que sucede en el Último Día, cuando la Ley está a punto de perecer.
El Daishonin se puso de pie por sí solo, para guiar a la humanidad en esta época oscura, en pos de la iluminación. Por ese motivo, esclareció en detalle la verdadera naturaleza demoníaca que acechaba en las varias escuelas budistas de su época. En La apertura de los ojos, antes de explayarse sobre el juramento que hizo cuando decidió levantarse solo como devoto del Sutra del loto, el Daishonin denuncia severamente la verdadera naturaleza de tales escuelas, que terminaron degenerando y propalando enseñanzas contrarias a la Ley, y haciendo que los seres humanos cayeran en los estados más bajos de la existencia. El Daishonin dice que esta naturaleza demoníaca manifiesta el principio de que “demonios malignos entran en el cuerpo”.
[8]

La causa profunda de los actos contra la Ley son los sacerdotes de alta posición que manifiestan la naturaleza demoníaca

En La apertura de los ojos, el Daishonin señala que las funciones demoníacas se apoderan de sacerdotes de alto rango, que parecen bien versados en las enseñanzas budistas, y a través de ellos obran para confundir a muchas personas.
[9] En otras palabras, las funciones destructivas invaden la vida de los que tienen gran influencia espiritual en la sociedad, con el fin de confundir a muchísimas personas y hacerlas caer en los malos caminos.
No es que las enseñanzas expuestas por Shakyamuni antes del Sutra del loto sean contrarias a la Ley de por sí. El problema yace en los sacerdotes recalcitrantes, que se apegan a tales doctrinas, hacen un mal uso de ellas y denigran el Sutra del loto; he aquí la raíz de los actos contra la Ley. Podría decirse, además, que propagar la enseñanza correcta en el Último Día comienza por el desafío de superar la ignorancia y la ilusión de quienes apoyan a esos sacerdotes errados.
Como indica el Daishonin cuando dice “La oscuridad fundamental
[10] se manifiesta como el rey Demonio del Sexto Cielo”,[11] la verdadera naturaleza de esta gran función demoníaca es la oscuridad o ilusión fundamental que reside en la vida de todo ser humano. Para disipar esta ignorancia intrínseca a la vida humana, hace falta adoptar una postura resuelta contra las malas influencias y lo que, en el budismo, llamamos “malos amigos”, hasta vencerlos. Por eso, la enseñanza budista correcta siempre ha recalcado la importancia de mantenerse siempre en guardia contra tales influencias perniciosas, desenmascararlas y batallar contra ellas.
A doscientos años de haber comenzado el Último Día de la Ley, sólo Nichiren Daishonin vio la verdadera faz de estos sacerdotes dominados por la función destructiva o, como dice el sutra, “poseídos por demonios malignos”.
Si un devoto del Sutra del loto proclama a viva voz la verdad, en una época en que todos han perdido de vista la enseñanza correcta, los malos sacerdotes que engañan al pueblo lo atacarán, por miedo a quedar en evidencia. Por su parte, los creyentes excluirán al practicante de la enseñanza correcta, porque, amén de estar bajo el influjo de estos sacerdotes y de sus engaños, tampoco querrán reconocer su propia estupidez en juego. Lo tratarán con odio y envidia, hablarán mal de él y, en última instancia, no dudarán en perseguirlo.
La sociedad donde cunden los actos contra la Ley termina siendo, inevitablemente, un lugar que reprime al devoto del Sutra del loto, por proclamar la verdad.
Nichiren Daishonin tuvo plena conciencia de ello. Aún así, decidió ponerse de pie en bien de la humanidad. Es evidente que comprendía muy bien los obstáculos que tendría por delante, a juzgar por la consideración rigurosa que hizo de esta cuestión y por la lucha extraordinaria que libró en su fuero interno, antes de decidirse a establecer y declarar públicamente su enseñanza.
Parte de este proceso introspectivo se detalla en La apertura de los ojos. [Véase la cita que aparece en el recuadro, al comienzo de este material.] Estoy convencido de que la sublime contienda interior del Daishonin, revelada en estas palabras, será reconocida por todos los tiempos como una importante página en la historia espiritual de la humanidad.

Ponernos de pie basados en un juramento

El Daishonin dice “Yo, Nichiren, soy la única persona en todo el Japón que lo comprende”;
[12] según indica con tales palabras, sólo él entiende que, en su país, proliferan las malas influencias que empujan al pueblo a cometer actos contra la Ley.
A la luz del Sutra del loto, del Sutra del nirvana y de otras escrituras budistas, es evidente que si uno trata de alertar al pueblo sobre la proliferación de actos contra la Ley en el país, sin falta aparecerán los tres obstáculos y los cuatro demonios. Sin embargo, también es evidente que callar constituye una falta de amor compasivo al pueblo, y que el destino de quien actúe de este modo será padecer en el infierno del sufrimiento incesante en su próxima existencia. Así las cosas, el Daishonin enfrenta la alternativa --¿debe hablar o callar?-- y, basado en los sutras, concluye que lo correcto es decir lo que debe.
En tren de comparar ambas opciones con la dificultad de navegar en un mar borrascoso o resignarse a naufragar en un oscuro abismo, el Daishonin indica claramente que el curso correcto es afrontar las dificultades con bravura y energía.
Naturalmente, propagar la enseñanza válida en el Último Día de la Ley no es tarea fácil, de ningún modo. El ataque despiadado de las funciones negativas, cuando los poderosos hacen sentir el peso de su fuerza e inician la persecución, puede cobrar un alto precio en la vida de una persona, tanto física como mentalmente. El Daishonin, con su dominio esencial de la enseñanza correcta que expone el principio de la iluminación universal, podía escrutar a fondo la naturaleza de Buda inherente al ser humano. Quizá por eso también podía captar de raíz la temeridad de las funciones demoníacas que buscan obstruir la propagación de la enseñanza correcta. De tal forma, afirma: “Sin embargo, si ante la persecución del soberano mi determinación llegara a flaquear, lo mejor sería que directamente no hablara. Mientras pensaba en esta cuestión, recordé las enseñanzas del capítulo ‘La Torre de los Tesoros’…”.
[13]
La lucha contra las funciones destructivas es tan feroz e inclemente, que uno se ve acosado incluso por este tipo de pensamientos: “Si voy a retroceder después de haberme hecho a la mar, en medio de semejante borrasca, lo mejor sería que directamente no zarpara… Si sé que me va a atacar una hueste de funciones negativas y que mi determinación no va a resistir ese ataque, tal vez debería callar y no decir lo que debo…”.
Del mismo modo, el Daishonin reflexionó profundamente sobre los desafíos que le aguardaban por delante, antes de traducir su convicción íntima en actos valerosos. Naturalmente, cuando dice que lo mejor sería no hablar, si su determinación llegase a vacilar, no está expresando cobardía ni debilidad. El Daishonin comprendía la verdadera naturaleza de las funciones demoníacas con las cuales tendría que debatirse. En tal sentido, su sincera reflexión sobre las opciones que tenía por delante es la de un hombre de coraje auténtico, puesto a ponderar el desafío increíblemente difícil de vencer las funciones demoníacas que impregnan el universo.
Aunque las palabras “Mientras pensaba en esta cuestión…” pueden dar la imagen de una contemplación relajada, lo cierto es que en su corazón se libraba una batalla sin cuartel. Durante esa lucha interior, el Daishonin, a sus treinta y pico de años, recordó los seis actos difíciles y los nueve actos fáciles,
[14] descritos en el capítulo “La Torre de los Tesoros” del Sutra del loto.
El buda Shakyamuni describe los seis actos difíciles y los nueve actos fáciles a la asamblea de bodhisattvas, para alentarlos a propagar el Sutra del loto después de su muerte. Los nueve actos “fáciles” abarcan hazañas casi imposibles, como levantar el monte Sumeru y arrojarlo de una punta a otra a través de incontables tierras de Buda, o internarse en el fuego con un hato de paja a las espaldas sin quemarse. Aun más arduos que estas proezas son los seis actos difíciles --tareas que entrañan suprema dificultad-- y que implican mantener y propagar el Sutra del loto en la época posterior a la muerte de Shakyamuni.
Después de explicar tales cosas, Shakyamuni exhorta a los bodhisattvas presentes a que hagan un gran juramento: el voto de que esforzarán por propagar el Sutra del loto después de su fallecimiento, sin arredrar ante las dificultades que esto les traiga aparejadas. Luego, en La apertura de los ojos, el Daishonin alude a esta exhortación de Daishonin como una de las “tres proclamas”
[15] que aparecen en el capítulo “La Torre de los Tesoros”.[16]
La propagación del Sutra del loto después de la muerte del Buda es el deseo de todos los budas a través del pasado, el presente y el futuro –las tres existencias-. El Buda, aun consciente de la dificultad de esta tarea, exhorta a los bodhisattvas que lo sucederán a asumir este desafío con audacia.
Los seis actos difíciles y los nueve actos fáciles expresan el propósito del Buda. Éste indica la tremenda dificultad de propagar el Sutra del loto después de su muerte, pero, a la vez, urge a sus discípulos solemnemente a hacer un juramento. Esto podría ser tomado como un claro mensaje a los practicantes del Sutra del loto en el Último Día: si hacen un juramento y establecen una sólida fe en el Sutra del loto, no habrá obstáculo o dificultad que no puedan superar.
De los nueve actos fáciles, el Daishonin menciona tres como ejemplo para sopesar sus propias posibilidades de triunfar. Examinémoslos; en primer lugar, recalca que es un simple ser humano y se define como un hombre “de escasa fortaleza”, “de nulos poderes sobrenaturales” y “carente de sabiduría”.
[17] Lo que desea transmitir es que aunque uno carezca de fuerza física, de poderes sobrehumanos o de un saber especial, y abriga un poderoso juramento o compromiso de propagar la Ley, y avanza junto con el Buda, estará colmado de infinita fortaleza, coraje y sabiduría, y podrá superar aun los obstáculos más temibles. Ese es el mensaje de esperanza ilimitada implícito en sus palabras.
En una época de maldad, hasta las personas comunes faltas de fortaleza pueden hacer surgir el poder interior de su Budeidad, superar obstáculos y transformar su vida, si perseveran en la fe basados en un compromiso o juramento inamovible.
A la inversa, transformar su propia vida interior puede resultarle harto difícil incluso a alguien sumamente fuerte, sabio o dotado de poderes sobrehumanos.

Qué significa formular un juramento en el budismo

Después de considerar atentamente la cuestión, el Daishonin por fin enuncia su juramento: “Juré mantener el deseo potente e inquebrantable de salvar a todos los seres [literalmente, el deseo de la iluminación], sin jamás flaquear en mis esfuerzos”.
[18] El deseo potente e inquebrantable de la iluminación significa el espíritu de aspirar a la Budeidad, pase lo que pase. Ese es el juramento que hace un bodhisattva.
De hecho, en las enseñanzas del Mahayana, se postula que todos los bodhisattvas hacen cuatro grandes juramentos: 1) salvar a innumerables seres vivos; 2) erradicar los incontables deseos mundanos; 3) dominar las incalculables enseñanzas budistas y 4) lograr la iluminación suprema.
En el capítulo quinto del Sutra del loto, “La parábola de las hierbas medicinales”, aparecen expresados con estas palabras, y en su forma original, estos votos de bodhisattva tal como los hace el Buda: “A los que aún no hayan cruzado, los haré cruzar; a los que aún no se hayan liberado, los haré liberarse; a los que aún no tengan paz yo les daré paz, y a los que aún no estén en el nirvana, yo los haré entrar en el nirvana”.
[19] Este juramento, en conjunto, expresa el primer voto, que es salvar a innumerables seres vivientes. Claramente, permite apreciar que todos los actos del Buda se basan en su juramento resuelto de guiar a todas las personas hacia la iluminación. En este fragmento, también podemos hallar expresiones que corresponden a los otros tres votos.
Un juramento, en el mundo del budismo, es el poder de cortar las cadenas del karma, liberarnos de los grilletes del pasado y forjar una identidad capaz de observar el nuevo futuro con esperanza. En otras palabras, el poder de un juramento nos permite desarrollarnos mediante las enseñanzas del Buda, hacernos cargo de nuestro propio futuro basados en una sólida conciencia de nuestra identidad, y sostener los esfuerzos en esta dirección.
Hacer un juramento constituye el punto de partida primordial de todos los cambios. Y aunque, naturalmente, comprometerse implica tratar de cambiar uno mismo, también es el principio que nos permite transformar la vida de los demás, como se ve en el juramento que hace el Buda durante el capítulo “La parábola de las hierbas medicinales”.

La fe en la Ley mística y la naturaleza de Buda

Para que uno pueda cumplir el juramento orientado a la iluminación de todas las personas en el Último Día, lo que más pone de relieve el Daishonin es el poder de la fe.
Podría decirse que la esencia del Sutra del loto es creer en el potencial ilimitado de los seres humanos, como entidades de la Ley mística. Esto no sólo expresa una profunda fe en la Ley mística, sino profundo respeto y confianza hacia los seres humanos.
El bodhisattva Jamás Despreciar,
[20] descrito en el Sutra del loto como modelo para la propagación en el Último Día, vivió motivado por este mismo espíritu. Aunque las cuatro clases de creyentes --monjes, monjas, laicos y laicas-- lo sometían a toda clase de ataques “con palos de madera, lajas y piedras”, él perseveraba en la práctica de venerar a los demás. A veces, se retiraba a distancia segura y decía a voz en cuello: “Aun así, los respeto, pues todos llegarán a ser budas”. Seguía respetando aun a aquellos que lo hacían blanco de críticas o ataques físicos. La práctica del bodhisattva Jamás Despreciar se basa en la filosofía de que todos los seres humanos, sin excepción, poseen la naturaleza de Buda. Por sobre todo, lo que él parece haber establecido es la convicción incondicional en la existencia del estado de Buda en la vida de todas las personas.
El caso de Shariputra
[21] ofrece un contraste notorio. Este discípulo, en una prueba que debió afrontar en una vida anterior, se dejó derrotar por el brahmán que le pidió un ojo como ofrenda[22] y, a raíz de este traspié, tuvo que regresar a las enseñanzas del Hinayana. Cuando el citado brahmán se burló de las buenas intenciones de Shariputra, este exclamó reflexivamente: “¡Qué difícil es salvar a esta persona!”. En última instancia, perdió la fe en la existencia de la Budeidad en todos los seres humanos.
El brahmán de este relato era el rey Demonio del Sexto Cielo disfrazado. La naturaleza esencial de las funciones demoníacas es impedir que las personas manifiesten la naturaleza de Buda. Su intención última es destruir en la gente la convicción de que todos los seres humanos somos budas.
Sería comprensible que alguien se sintiera disgustado si las personas a quienes busca guiar hacia la felicidad lo trataran mal, lo odiaran y atacaran. Sin embargo, lo que distingue a un auténtico practicante budista en el Último Día de la Ley es su postura de mantener en alto esta profunda convicción y, como el bodhisattva Jamás Despreciar, seguir diciendo: “A pesar de todo, te respeto profundamente”. En cierto sentido, el poder del juramento enfocado en guiar a la iluminación a todas las personas es lo que sostiene esta convicción invariable en la bondad innata de los seres humanos y lo que permite mantener un optimismo rotundo, basado en esa convicción.
Nichiren Daishonin, a través de su profundo juramento, se puso de pie con audacia como devoto del Sutra del loto. Perseveró siempre en su esfuerzo resuelto, fiel al deseo de salvar a todas las personas que actuaban contra la Ley, confundidas por malas influencias. En consecuencia, como el mismo Daishonin previó, su valentía despertó el odio del pueblo en todo el país y le ocasionó una tempestad de persecuciones dirigidas a su persona.
No obstante, el Daishonin mantuvo su lucha en pie, con la postura que evidencian estas palabras: “Me alegré y dije que venía esperando este desenlace desde hacía mucho tiempo”, y con el espíritu radiante de estos fragmentos: “Así y todo, no me he desalentado”,
[23] “Ni una sola vez pensé en echarme atrás”,[24] y “De modo que la batalla prosigue hasta el día de hoy”.[25]
Podemos inferir que el poder de su juramento fue la única fuerza que impulsó al Daishonin a lo largo de toda una existencia de lucha implacable. Con su propio ejemplo, nos enseñó que, manteniendo nuestro propio juramento, también podíamos fusionarnos con el corazón del Buda y hacer surgir la fuerza sin límites de la Budeidad desde lo más hondo de nuestro ser.
En una época impura, sólo mediante el poder de un juramento enfocado en la iluminación de todas las personas uno puede vencer los propósitos nocivos de las funciones negativas que buscan diseminar la desconfianza y la duda hacia otros seres humanos.
(Continuará.)

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[1] The Writings of Nichiren Daishonin (WND), págs. 239-240.
[2] WND, pág. 238.
[3] El Primer Día es la época posterior a la muerte del Buda en que las personas transmiten y practican correctamente la enseñanza del Buda. El Día Medio es el período en que la enseñanza se torna cada vez más rígida y formal. El siguiente, conocido como Último Día, es el período en que la gente pierde de vista la enseñanza correcta y la sociedad se colma de confusión y de conflicto.
[4] Véase Sutra del loto, cap. 13, pág. 194.
[5] Amida es un buda que mencionan los sutras de la escuela Tierra Pura; según se dice, vive en la Tierra Pura de la Perfecta Felicidad, situada en el Oeste. Lo veneran los seguidores de la escuela Nembutsu o Tierra Pura. Mahavairochana es un buda que describe el sutra homónimo y que veneran los creyentes de la escuela Palabra Verdadera; este Buda es considerado la fuente de la cual brota el universo. Tanto Amida como Mahavairochana son seres trascendentales, expuestos como medios para el esclarecimiento de las personas.
[6] WND, pág. 400.
[7] Ib., pág. 238.
[8] El capítulo 13o, “Aliento a la devoción”, del Sutra del loto señala: “Demonios malignos tomarán posesión de los demás”. (Véase Sutra del loto, cap. 13, pág. 194). Este fragmento describe la forma en que las funciones demoníacas y diabólicas entran en la vida de las personas y las hacen despreciar y desdeñar a los que mantienen la enseñanza correcta, para obstruir su práctica del budismo.
[9] Véase WND, pág. 239.
[10] Oscuridad fundamental: También, ignorancia primordial o fundamental. Es la ilusión más profundamente arraigada inherente a la vida, que da origen a todas las demás formas de ilusión. La oscuridad fundamental se refiere a la incapacidad de ver o reconocer la verdad, particularmente, la verdadera naturaleza de nuestra vida. El Daishonin interpreta que la oscuridad fundamental es la ignorancia de la Ley suprema, o la ignorancia de que nuestra vida es, en esencia, una manifestación de la Ley de Nam-myoho-renge-kyo.
[11] WND, pág. 1113.
[12] WND, pág. 239.
[13] WND, pág. 239.
[14] Seis actos difíciles y nueve actos fáciles: Los seis actos difíciles son: 1) propagar el Sutra del loto ampliamente; 2) copiarlo o hacer que alguien lo copie; 3) recitarlo, aunque sea por poco tiempo; 4) enseñarlo, aunque sea a una sola persona; 5) escucharlo y aceptarlo, o preguntar acerca de su significado; y 6) mantener la fe en él. Los nueve actos fáciles son: 1) enseñar infinidad de sutras salvo el Sutra del loto; 2) tomar el monte Sumeru y arrojarlo a través de incontables tierras de Buda; 3) patear con un dedo del pie un sistema planetario mayor hacia otro cuadrante del universo; 4) detenerse en el cielo de la Cumbre del Ser y predicar infinidad de sutras, salvo el Sutra del loto; 5) aferrar el cielo con una mano y pasear sosteniéndolo; 6) colocar la tierra sobre una uña del pie y ascender al Cielo de Brahma; 7) cargar un fardo de heno a las espaldas e internarse en los grandes incendios que se producirán a fines del kalpa sin quemarse; 8) predicar ochenta y cuatro mil enseñanzas y hacer que los interlocutores obtengan los seis poderes trascendentales; y 9) hacer que incalculables personas lleguen al estado de arhat y adquieran los seis poderes trascendentales.
[15] Tres proclamas: Exhortaciones que hace el buda Shakyamuni en el capítulo “La Torre de los Tesoros” del Sutra del loto, para urgir al grupo de discípulos durante la Ceremonia en el Aire a que propaguen el Sutra del loto después de su muerte. En la tercera proclama, el Buda expone la dificultad de difundir el sutra después de que él haya muerto, valiéndose de una enseñanza conocida como “los seis actos difíciles y los nueve actos fáciles”. Esta proclama dice, en parte: “Muchos Tesoros El Que Así Llega, yo mismo y estas manifestaciones corpóreas del Buda que se han congregado aquí, seguramente sabemos que éste es nuestro propósito. […] ¡Todos y cada uno de vosotros, buenos hombres, debéis pensar cuidadosamente! Esta es una difícil cuestión; es propicio que hagáis un gran juramento. […] Cuando yo haya pasado a la extinción, ¿quién podrá custodiar y mantener, leer y recitar este sutra? ¡Que ahora, en presencia del Buda, esa persona dé un paso adelante y pronuncie su juramento!”. (Véase Sutra del loto, cap. 11, págs. 178-180).
[16] Véase WND, pág. 262.
[17] WND, pág. 239.
[18] WND, págs. 239-240.
[19] Sutra del loto, cap. 5, pág. 98.
[20] Bodhisattva descrito en el capítulo (20o) “Jamás Despreciar” del Sutra del loto; representa a Shakyamuni en una existencia anterior, dedicado al camino del bodhisattva. Su práctica consistía en dirigirse a todas las personas del siguiente modo, sin reparar en el tratamiento que estas le diesen a cambio: “Siento profundo respeto por vosotros. Jamás osaría trataros con desprecio o arrogancia. ¿Y por qué? Porque todos estáis practicando el camino del bodhisattva y sin falta obtendréis la Budeidad”. (Véase Sutra del loto, cap. 20, págs. 266-267). El sutra explica que, mediante esta práctica, Jamás Despreciar hizo la causa que le permitió lograr la Budeidad.
[21] Shariputra: Uno de los diez discípulos principales de Shakyamuni, conocido como el que más descollaba en sabiduría, capaz de comprender la verdadera intención de la prédica del Buda.
[22] Brahmán que pidió un ojo como ofrenda: Brahmán que mendigó a Shariputra y le solicitó uno de sus ojos como ofrenda, cuando éste, en una existencia anterior, practicaba austeridades de bodhisattva. La historia aparece en el Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría. En el distante pasado, Shariputra se dedicó al camino del bodhisattva y, como tal, cultivó la práctica de entregar ofrendas. Cuando llevaba ya sesenta kalpas en este menester, un brahmán acudió a él y le pidió uno de sus ojos como ofrenda. Shariputra se lo arrancó y entregó. Pero el brahmán sintió tal repugnancia al olerlo, que lo escupió, lo arrojó al suelo y lo aplastó de un pisotón. Al ver esta reacción, Shariputra concluyó que era muy difícil guiar a este tipo de personas a la iluminación y decidió salvarse sólo a sí mismo procurando liberarse de los sufrimientos del nacimiento y la muerte en forma individual; renunció a la práctica de bodhisattva y, por eso, tuvo que retroceder a las enseñanzas del Hinayana o camino de los que escuchan la voz.
[23] WND, pág. 748.
[24] Gosho zenshu, 1224.
[25] WND, pág. 392.

Explicación Parte 5 GOSHO: “LA APERTURA DE LOS OJOS”

Disertación de estudio del presidente Ikeda
CONFERENCIAS SOBRE “LA APERTURA DE LOS OJOS”

(Traducción del original en japonés publicado en la edición de setiembre de 2004 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.)

Las cinco comparaciones: Esclarecer la causalidad de la vida y el rumbo fundamental de la existencia humana

Conferencia

En la primera mitad de La apertura de los ojos, Nichiren Daishonin esboza la enseñanza que, luego, llegaría a conocerse como las “cinco comparaciones” [sistematizada, tiempo después, por Nichikan Shonin]. Esta vez, me gustaría analizar el significado de estas comparaciones, y a la vez resumir lo que vinimos viendo a lo largo de esta serie.
Ya expuse que las tres virtudes de soberano, maestro y padre forman el tema de La apertura de los ojos. El Daishonin menciona diversas personas y seres respetados como soberanos, maestros y padres en muchas filosofías y religiones de su época. Específicamente, indaga en: 1) el confucianismo y otras filosofías y tradiciones religiosas de la China, que se agrupan bajo el nombre de “confucianismo o escrituras no budistas” y a las que suele hacerse referencia como “escrituras externas”; 2) enseñanzas de la India, anteriores al budismo o no budistas, entre las cuales se cuenta el brahmanismo, y que en forma conjunta se denominan “enseñanzas no budistas” o “Camino externo”; y 3) enseñanzas del budismo, que se denominan “Camino interno”. El Daishonin también examina qué cosas realmente se han enseñado a la población y cuáles son las actitudes hacia la vida que ésta ha desarrollado mediante la veneración a alguno de estos seres dignos de respeto. Y lo hace porque el criterio diferencial que permite establecer si alguien corporifica las cualidades sobresalientes del soberano, maestro y padre es ver en qué medida la enseñanza que él representa permite a la gente vivir de manera certera y segura.
Así pues, en La apertura de los ojos, cuando el Daishonin debate el tema de soberano, maestro y padre, examina incisivamente cada tipo de enseñanza y establece qué forma de vivir proponen las distintas doctrinas filosóficas y religiosas. El foco esencial de su análisis es la ley causal de la vida.

El corazón de la filosofía o religión yace en esclarecer la causa y el efecto

El propósito de las cinco comparaciones es esclarecer cuál religión o filosofía puede hacer, de manera real y efectiva, que las personas superen sus sufrimientos y logren un estado de felicidad inconmovible. Esta comparación implica evaluar las distintas enseñanzas viendo cómo explican la función de causa y efecto --en otras palabras, la causalidad de la vida--. Específicamente, esta se refiere a la causalidad que determina la dicha verdadera o la infelicidad. En última instancia, es la misma que la causalidad de los diez estados; o sea, la causalidad referida al logro de la Budeidad, que vimos la entrega pasada.
Dicho de otro modo, las cinco comparaciones examinan la superioridad y profundidad relativas de cada enseñanza sopesando en qué medida busca y reconoce fundamentalmente la ley causal que da origen a la felicidad o la desdicha.
Por ejemplo, cuando un médico busca curar una enfermedad, si el tratamiento no se basa en una minuciosa comprensión de la causa del mal, sólo agravará el estado del paciente. Del mismo modo, si no se conocen a fondo las causas fundamentales del sufrimiento y del dolor, toda medida que se emplee para resolver el padecimiento humano terminará agravando el panorama.

La esencia de una filosofía o religión es esclarecer las causas y efectos.

El gran maestro T’ien-t’ai de la China cita cinco características sobresalientes del Sutra del loto, y las expresa como “cinco grandes principios”: nombre, esencia, cualidad, función y enseñanza.[1] De todos ellos, se entiende por “cualidad” la doctrina o enseñanza central de un sutra; su médula o centro. Más específicamente, T’ien-t’ai dice que no es otra cosa que el principio de causa y efecto.
El principio de causa y efecto al cual se refiere T’ien-t’ai es, en realidad, la ley causal de la vida, por la cual las personas que viven sumidas en el sufrimiento (causa) pueden revelar su potencial interior más sublime, superar su sufrimiento y establecer un estado de vida de felicidad indestructible (efecto).
T’ien-t’ai definió la Ley suprema de la iluminación como el “verdadero aspecto”. Este “verdadero aspecto” (que corresponde a la “esencia” dentro de los cinco grandes principios), dice T’ien-t’ai, sólo puede ser descrito como inescrutable, como algo que supera la dimensión de las palabras, y la capacidad de comprensión de la mente. Sin embargo, indica que el verdadero aspecto está inseparablemente ligado a ley causal para el logro de la Budeidad.
Para tomar prestada a T’ien-t’ai una analogía, el verdadero aspecto sería como un espacio vasto e ilimitado, mientras que la ley de causa y efecto sería las vigas y pilares. Con vigas y pilares, el espacio pasa a ser una sala. Al mismo tiempo, las vigas y pilares no podrían recibir este nombre si no convirtieran el espacio en un recinto.
[2]
En otras palabras, la profundidad de la doctrina causal que expone una determinada enseñanza se relaciona totalmente con la profundidad de la ley de la iluminación que plantea dicha enseñanza como premisa básica.
La enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo propagada por el Daishonin consiste en la Ley mística suprema (myoho) y en la ley de causa y efecto en la cual se basa (renge). Podemos considerar esta sola frase, Nam-myoho-renge-kyo, como expresión de la ley de causa y efecto suprema para el logro de la Budeidad. Por lo tanto, entonando Nam-myoho-renge-kyo aunque sea una sola vez, podemos desplegar la causa y el efecto de la iluminación en nuestra vida en ese mismo momento.
Si examinamos las tradiciones religiosas y filosóficas abordadas por el Daishonin, vemos que explican la causalidad de la vida en muy diversos términos. En este tratado, el Daishonin evalúa la profundidad relativa de sus enseñanzas mediante las cinco comparaciones, y de esa forma esclarece la causalidad suprema para el logro de la Budeidad (Nam-myoho-renge-kyo) como enseñanza esencial para guiar hacia la iluminación a todos los seres humanos del Último Día de la Ley.
A continuación, me gustaría debatir el contenido de las cinco comparaciones basado en las palabras del Daishonin.

La enseñanza budista que nos permite modelar nuestro destino mediante las propias acciones y la voluntad

1. El budismo es superior a las enseñanzas no budistas.

La primera comparación tiene lugar entre el budismo --como “camino interior”-- y las enseñanzas no budistas de la China y la India, el “camino exterior”.
El budismo sostiene que la causa principal que determina nuestra felicidad o desdicha en la vida yace dentro de nosotros mismos, y que somos protagonistas facultados para decidir nuestro propio destino. Por eso, al budismo se lo llama “camino interior”.
En cambio, si observamos las religiones y filosofías no budistas, vemos, en primer lugar, que no aplican el principio de causalidad a la ventura o desventura individual del ser humano. Mientras que algunas exponen doctrinas “accidentalistas” o no deterministas, según las cuales todo es producto del azar o de la coincidencia, otras exponen doctrinas fatalistas o deterministas, según las cuales todo está preestablecido o predeterminado. También están las que se quedan a mitad de camino entre ambas perspectivas. Esto se refiere a las enseñanzas de los tres ascetas,
[3] considerados los fundadores de las filosofías no budistas de la India. También hallamos doctrinas semejantes en las muchas filosofías y corrientes de pensamiento que existen en la actualidad.
Entre los sistemas de pensamiento que analizó el Daishonin, están los que reconocen el principio de causalidad dentro de los límites de la existencia presente, pero no lo proyectan antes del nacimiento o después de la muerte, porque afirman que lo que sucede entonces es incognoscible. En esta categoría quedarían encuadrados el confucianismo y el taoísmo.
[4] También aquí quedaría incluido el racionalismo occidental, que ha ido de la mano con el desarrollo de la ciencia moderna.
Este tipo de filosofías no pueden explicar de manera satisfactoria preguntas como: “¿Por qué los seres humanos nacen con diferentes circunstancias?” y “¿Por qué, en ciertos casos, los efectos del bien y del mal no se muestran en esta existencia?”. En consecuencia, no pueden responder cabalmente interrogantes como “¿Por qué he nacido?” o “¿Cuál es el propósito de mi existencia?”.
El brahmanismo indio,
[5] las seis escuelas filosóficas[6] y otras enseñanzas de la antigua India exponen la causalidad de la vida a través del pasado, presente y futuro --las tres existencias--, pero teñida de determinismo o de fatalismo, y sujeta a fuerzas externas como la naturaleza o alguna fuerza divina que controla el destino humano. Como resultado de esta visión, tales sistemas de pensamiento limitan gravemente la voluntad y la autonomía del ser humano.
En síntesis, las antiguas enseñanzas de la India y de la China --con excepción del budismo-- o bien no explican la causalidad o bien lo hacen de manera parcial y tendenciosa. Esta es la conclusión del Daishonin. Por ende, en La apertura de los ojos, dice con respecto a los fundadores de tales religiones y filosofías: “En verdad son apenas infantes, incapaces de entender los principios de causa y efecto”.
[7]
Sin embargo, el budismo, el “camino interior”, enseña que el individuo es responsable de todo lo que le sucede; para decirlo en términos simples, cada uno recoge lo que siembra.
El motivo por el cual podemos aceptar serenamente el riguroso principio de causa y efecto que opera en nuestra vida es que, además, comprendemos otra verdad simultánea: todos tenemos en nuestro interior, de manera innata, el poder y el potencial transformador ilimitado conocido como “naturaleza de Buda”. Para seguir esforzándonos en pos de nuestra dicha, necesitamos saber que la posibilidad de este estado reside en nosotros.
El budismo, la “vía interior”, nos permite despertar nuestro sentido de la responsabilidad y de la autonomía personal; es decir, reconocer que tenemos el poder de escribir nuestro propio destino mediante la voluntad y las acciones presentes.

El budismo Mahayana busca esclarecer la causa para lograr la felicidad

2. El budismo Mahayana es superior al budismo Hinayana.

El siguiente nivel de comparación tiene lugar entre el budismo Mahayana y el Hinayana. Con todo, en La apertura de los ojos, el Daishonin se refiere muy por encima a esta comparación particular. La menciona al pasar, en su comparación entre el Mahayana verdadero y el Mahayana provisional o, más específicamente, en su oposición entre la enseñanza teórica del Sutra del loto y las enseñanzas provisionales anteriores a dicho sutra, cuando se refiere a la condena a los discípulos de los dos vehículos (los que escuchan la voz y los que toman conciencia de la causa), que practicaban las enseñanzas del Hinayana.
[8] Así pues, aunque no se la trata en forma separada, podemos incluir en este nivel particular la comparación entre el budismo Mahayana y el Hinayana.
El budismo se denomina “camino interior”. Sin embargo, abarca un espectro muy amplio de enseñanzas. Entre ellas, las del Hinayana buscan liberar a las personas de los deseos mundanos, que son la causa del sufrimiento, y lograr el nirvana --estado de suprema paz y tranquilidad-- mediante prácticas como la observancia de preceptos y la meditación. Sin embargo, la felicidad a la que aspiran las enseñanzas del Hinayana es pasiva, porque sólo buscan eliminar la causa de la infelicidad. No permiten activamente al ser humano abrir el camino hacia su propia felicidad ni, mucho menos, hacia la dicha de los demás.
Por otro lado, como el Hinayana plantea que la causa del sufrimiento son los deseos mundanos de los nueve estados --inherentes a nuestra vida--, la única forma de eliminar por completo tales deseos es extinguir completamente la vida. Por eso se ha dicho que, para el Hinayana, el enfoque de la iluminación es “reducir el cuerpo a cenizas y aniquilar la conciencia”. Aquí yace la limitación del budismo Hinayana.
En cambio, las enseñanzas del Mahayana, en vez de buscar la supresión de los deseos mundanos, afirman que es posible controlar adecuadamente tales deseos y construir una vida pura, poderosa e imbuida de motivación interna, abriendo y manifestando la sabiduría de la iluminación que existe dormida en esta misma vida deseante. A este principio se lo denomina “los deseos mundanos son la iluminación”. Las enseñanzas del Mahayana, más que limitarse a eliminar la causa de la infelicidad en la vida del hombre, buscan activamente capacitarlo para convertir tales causas en motivo de felicidad, y para guiar a otros semejantes hacia la iluminación.

El Mahayana verdadero revela que todas las personas están dotadas de la Budeidad

3. El Mahayana verdadero es superior al Mahayana provisional.

Las enseñanzas del Mahayana, que buscan facultar al ser humano para generar las causas de su felicidad, también pueden dividirse en dos categorías: el Mahayana verdadero y el Mahayana provisional.
El Sutra del loto, que representa el Mahayana verdadero, esclarece que la vida de todas las personas está originariamente dotada del estado de Buda, la causa fundamental de la felicidad. (“Todos los seres humanos poseen la naturaleza de Buda por igual”). El Sutra del loto
también esclarece otra verdad de la vida: que todas las personas pueden tomar contacto con esa naturaleza de Buda y manifestarla en su vida. (En el capítulo 2°, “Medios hábiles”, expone cuatro modalidades de la sabiduría de Buda: abrir el camino hacia la sabiduría del Buda; mostrarlo; crear conciencia de esta vía y hacer que las personas entren en ella.
[9])
Las enseñanzas del Mahayana anteriores al Sutra del loto, que constituyen el Mahayana provisional, insisten en que los seres de los dos vehículos --despreciados porque sólo buscaban su propia iluminación--, las malas personas y las mujeres --vistas como seres incapaces de ser felices-- no estaban dotadas intrínsecamente de la naturaleza de Buda. De tal forma, estas enseñanzas imponen limitaciones a las causas de la felicidad. No constituyen la verdad del Mahayana, sino medios conducentes adecuados a las creencias populares de esa época. No son más que enseñanzas provisorias.
Por otra parte, el Sutra del loto, la enseñanza verdadera, esclarece la iluminación real del Buda con respecto al hecho de que todos los seres humanos --incluidos aquí los de los dos vehículos, las malas personas y las mujeres-- pueden lograr la iluminación por igual. También revela la doctrina (de los tres mil aspectos contenidos en cada instante de la vida), en la cual se basa esta enseñanza.
La auténtica intención del Buda es que todas las personas lleguen a ser felices. Y los principios que permiten cumplir esa intención están en el Sutra del loto, donde se revela en forma directa la verdadera iluminación del Buda.

La enseñanza esencial que subsana las falencias de las doctrinas previas

4. La enseñanza esencial del Sutra del loto es superior a la enseñanza teórica del Sutra del loto.

Aunque todas las personas posean en su vida el estado de Budeidad --causa fundamental de la felicidad--, eso no significa de por sí que puedan manifestarlo activamente.
Si tomamos como punto de vista la eternidad de la vida y el principio de causa y efecto que opera a través del pasado, el presente y el futuro, el estado de vida que experimentamos en el presente es producto de nuestras acciones (karma) acumuladas desde incontables existencias pasadas. Los sutras anteriores, incluida aquí la enseñanza teórica (primera mitad) del Sutra del loto, enseña que, para transformar ese karma, necesitamos llevar a cabo buenas acciones en forma sostenida durante un período extremadamente largo, y acopiar los beneficios positivos de dichas acciones en nuestra vida. De acuerdo con esta visión, lograr la Budeidad requiere incontables kalpas de práctica budista.
Por otro lado, estos sutras enseñan que el buda Shakyamuni logró la iluminación por primera vez en aquella existencia en la India, como resultado de haber practicado durante un tiempo así de incalculable y de prolongado. En esta visión sobre el logro de la Budeidad persiste la falencia de “detestar y tratar de eliminar los deseos mundanos innatos en los nueve estados”. Este enfoque plantea que sólo extinguiendo nuestra vida en los nueve estados (causa) podemos hacer surgir la vida de la Budeidad (efecto).
En cambio, la enseñanza esencial (última mitad) del Sutra del loto explica que Shakyamuni realmente logró la Budeidad en un tiempo del remoto pasado, hace kalpas tan numerosos como las partículas de polvo que forman incontables grandes sistemas planetarios. Y como su vida como bodhisattva ha perdurado desde siempre, constantemente viene renaciendo con diversas formas físicas para enseñar a los seres vivientes. Esto revela la verdadera imagen del Buda. En otras palabras, los nueve estados y el estado de Budeidad también se encuentran inherentes y siempre vigentes en la vida de Shakyamuni, el Buda.
Al explicar este hecho, la enseñanza esencial revela que podemos manifestar el estado de Budeidad en nuestra vida de los nueve estados, tal como somos, y que es posible abrir el camino hacia la Budeidad con la forma que poseemos.

Hacer del Gohonzon nuestro espejo, y del Daishonin, nuestro modelo

5. El budismo de la siembra es superior al budismo de la cosecha

La enseñanza esencial del Sutra del loto abre el camino para que cada persona pueda lograr la Budeidad con la forma que posee. Sin embargo, en el contexto de su significado literal y superficial, vemos que Shakyamuni sólo pudo adquirir la vida eterna como resultado de haber practicado el camino del bodhisattva antes de su iluminación en el remoto pasado. Para llegar a esa vida imperecedera, debió haber alcanzado el primer nivel de seguridad,
[10] que es el estado del que no se regresa. Entonces, una vez en dicho estado y con fe resuelta, pudo disipar todas las ilusiones --u oscuridad fundamental--, adquirir sabiduría y percibir que los nueve estados y el estado de Buda se encontraban siempre presentes en su propia vida en forma innata.
Sin embargo, la práctica necesaria para alcanzar el primer estado de seguridad es extremadamente difícil, como lo es lograr la sabiduría que le permita a uno percibir la Budeidad en su propia vida. Ambas cosas exceden la capacidad de la gente común. En consecuencia, si nos atenemos a su significado literal, la enseñanza esencial no abre directamente el camino para que las personas anónimas logremos la Budeidad con la forma que poseemos y alcancemos la iluminación en esta existencia.
Pero la enseñanza implícita en lo profundo del Sutra del loto --es decir, el budismo de Nichiren Daishonin-- revela directamente Nam-myoho-renge-kyo. Esto es, por un lado, la fuerza motriz que sostuvo la práctica de bodhisattva de Shakyamuni para alcanzar el primer nivel de seguridad en pasado remoto, y, al mismo tiempo, la Ley fundamental que percibió en dicho momento. Cuando una persona común busca esta Ley y la practica con fe, puede obtener de inmediato el fruto de la Budeidad.
El Daishonin nos dejó el Gohonzon, en el cual representó fielmente el estado de Budeidad que consolidó en su propia vida mediante Nam-myoho-renge-kyo, sin dejar de ser un hombre como todos. Con este Gohonzon como espejo, y con el Daishonin como modelo, podemos instantáneamente hacer surgir ese estado iluminado desde nuestro interior, con la profunda fe y la convicción de que nosotros, también, poseemos la Budeidad.

La enseñanza de causa y efecto en cada instante de la vida

En consecuencia, la causalidad suprema está contenida en la profunda y poderosa postura de fe de una persona común. Si tenemos la fortaleza en la fe necesaria para arrancar las ilusiones y atravesar la oscuridad fundamental, nuestra vida --en los nueve estados-- manifestará su naturaleza eterna (los nueve estados sin comienzo), y podremos desplegar el estado de Budeidad. Lo expresé al final de mi disertación anterior.
En “Sobre el principio místico de la verdadera causa”
[11], el Daishonin esclarece en pocas palabras la superioridad y la profundidad relativa de las diversas enseñanzas budistas basado en el principio de causa y efecto. Describe cuatro visiones sobre la causalidad; la más elevada es la “enseñanza sobre la causa y el efecto en cada instante de la vida”.[12]
Las enseñanzas provisionales, anteriores al Sutra del loto y expuestas como medios preparatorios, establecían una idea de la iluminación que abominaba de los deseos mundanos de los nueve estados y buscaba erradicarlos. Sostenían que sólo liberándonos de los nueve estados (causa) podíamos manifestar el estado de Budeidad (efecto). Como resultado de este enfoque, dice el Daishonin, constituían una “enseñanza de causa y efecto de naturaleza dispar”.
Por su parte, como la enseñanza teórica del Sutra del loto explica que los nueve estados y la Budeidad son inherentes a la vida, representa una “enseñanza de causa y efecto de naturaleza idéntica”.
Y, a su vez, la enseñanza esencial del Sutra del loto constituye una “enseñanza de causa y efecto de coexistencia eterna”, por esclarecer que, en el verdadero cuerpo del Buda, los nueve estados y el estado de Budeidad viven eternamente a través del pasado, presente y futuro.
En contraposición con estas doctrinas, la enseñanza distintiva y esencial del Daishonin --implícita en lo profundo del capítulo “Duración de la vida” (16°), que es Nam-myoho-renge-kyo de las Tres Grandes Leyes Secretas-- esclarece que tanto los nueve estados como la Budeidad están contenidos en la postura de fe de una persona común. También dice que, mediante la fe, uno puede manifestar el estado de Budeidad en su vida a cada instante, y lograr la iluminación con su propia forma física. Por eso se la llama “enseñanza de causa y efecto en cada instante de la vida”.
En el budismo del Daishonin, la clave está en nuestra actitud o disposición interior. Como dice el Daishonin: “El corazón es lo importante”.
[13]

Una identidad que encarne el propósito fundamental de la vida

Así como las ideas sobre la causalidad se van volviendo más profundas a medida que uno avanza en las cinco comparaciones, también se profundiza en la misma medida el significado del soberano, maestro y padre que todos los hombres deberían respetar.
Aunque en las escrituras no budistas, y en las religiones y filosofías de la China y de la India antiguas también hubo personajes dignos de respeto como soberanos, maestros y padres, las enseñanzas que estos dejaron no pudieron establecer una clara noción sobre la causalidad. En consecuencia, por mucho que ellos hayan sido respetados por simbolizar las virtudes del soberano, el maestro y el padre, por mucho que se haya puesto de relieve su omnipotencia o autoridad, no pudieron dar al pueblo un claro propósito hacia la vida; de tal forma, la gente cayó en la búsqueda ciega o en la obediencia pasiva a la autoridad.
A continuación, aun dentro del budismo, hay enseñanzas como las del Hinayana y el Mahayana provisional, cuya visión sobre el logro de la Budeidad y sobre la causalidad deplora los deseos mundanos de los nueve estados y busca extinguirlos. En tales enseñanzas, al Buda se lo venera como a un ser especial. Los adherentes a estas enseñanzas viven ya sea dándose por satisfechos con el pequeño objetivo de eliminar sus deseos mundanos (sería el caso del Hinayana), o construyendo una existencia de hueca ilusión, esperando ser rescatados por algún gran Buda salvador que sólo existe en un mundo ficticio (sería el caso del Mahayana provisional). Pero en ambos casos, se termina incurriendo en una forma pasiva de vivir.
El Sutra del loto, que es el Mahayana verdadero, revela la verdadera posesión mutua de los diez estados. Esclarece que los seres vivientes de los nueve estados también están dotados de la Budeidad (punto revelado en la enseñanza teórica) y que el Buda que realmente logró la iluminación en el remoto pasado también posee los nueve estados (punto revelado en la enseñanza esencial). Por ende, abre el camino para que los seres humanos vivamos una existencia pletórica de esperanza, conscientes de que podemos manifestar el estado supremo de la Budeidad desde nuestro interior.
No obstante, la descripción del Buda que alcanzó la iluminación en el remoto pasado se centra, primordialmente, en que él logró el efecto de la Budeidad en forma completa y perfecta. Por eso, hasta el día de hoy sigue siendo un mero objeto de idolatría y veneración para la gente, y no un ejemplo que podamos seguir, en nuestra propia búsqueda de una causalidad que nos permita lograr la Budeidad por nosotros mismos.
En cambio, en el budismo de Nichiren Daishonin, el Daishonin se muestra como ejemplo de persona común que llega a ser un buda mediante el poder de la fe o de su profunda determinación interior. Las luchas del Daishonin, su práctica altruista, sus juramentos, su valentía propia de un rey león --como detalla el Gosho--, nos muestran la determinación pura y absoluta, el espíritu necesario para que una persona común manifieste la Budeidad. Esto se ve claramente cuando dice: “Como, por ejemplo, Nichiren”,
[14] o “No tiene que ir muy lejos para encontrar un ejemplo”.[15]
Las cinco comparaciones --al esclarecer el principio máximo de causa y efecto-- representan una enseñanza que marca el rumbo más elevado para seguir mejorando siempre nuestra vida. En última instancia, es una doctrina que revela el supremo concepto de soberano, maestro y padre, ofreciéndolo como ejemplo máximo para que las personas comunes, en el Último Día de la Ley, logremos la Budeidad en esta existencia.
La apertura de los ojos proclama a todos los habitantes del Último Día que Nichiren Daishonin es el devoto del Sutra del loto, que sirve como modelo supremo de persona común que logra la iluminación. Por eso se dice que es un escrito donde se esclarece el objeto de devoción desde el punto de vista de la Persona.
(Continuará.)
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[1] Cinco grandes principios --nombre, esencial, cualidad, función y enseñanza--: Cinco perspectivas desde las cuales T’ien-t’ai interpreta el Sutra del loto en su tratado Profundo significado del “Sutra del loto”. “Nombre” se refiere al significado del título de un sutra. “Esencia” se aplica al principio supremo de un sutra. “Cualidad” indica las principales doctrinas de dicho sutra. “Función” es el beneficio y poder que posee, y “enseñanza” se refiere a la posición e influencia de un sutra con respecto a los demás.
[2] De Profundo significado del “Sutra del loto” (vols. 8 y 9), de T’ien-t’ai.
[3] Tres ascetas: Tres maestros religiosos que aparecieron antes de la época de Shakyamuni. Kapila, fundador de la escuela Samkhya, enseñó que las causas producen efectos. Ulula, fundador de la escuela Vaisheshika, expuso que las causas no producen efectos. Y Rishabha, fundador del jainismo, enseñó que las causas producen y no producen efectos.
[4] Por ejemplo, Confucio, fundador del confucianismo, dijo cosas como: “Si aún no conoces la vida, ¿cómo podrías conocer la muerte?”. [Analectas de Confucio, trad. al inglés por Simon Leys, Nueva York, W. W. Norton & Company, 1997, pág. 50.]
[5] Brahmanismo: Sistema de pensamiento que se desarrolló antes que el budismo, basado en los Vedas y en los comentarios sobre ellos.
[6] Seis escuelas filosóficas: Seis escuelas más prominentes de filosofía brahmánica en la antigua India: Sanmkhya, Yoga, Nyana, Vaisheshika, Mimamsa y Vedanta.
[7] The Writings of Nichiren Daishonin (WND), pág. 223.
[8] En La apertura de los ojos, el Daishonin dice para explicar las diferencias entre el Sutra del loto y todos los demás sutras: “En el caso del Sutra de la gran compilación, el Sutra de la sabiduría mayor, el Sutra de la luz dorada y el Sutra Amida, para poder censurar el ideal de los dos vehículos postulado en los diversos sutras del Hinayana, el Buda tuvo que describir las tierras puras de las diez direcciones, y de esa forma inspiró a la gente común y a los bodhisattvas a que depositaran en ellas su aspiración. Esto hizo que las personas de los dos vehículos se sintieran confundidas y enfadadas”. [Véase WND, pág. 231].
[9] El capítulo “Medios hábiles” del Sutra del loto explica que todos los budas aparecen en este mundo 1) para abrir el portal de la sabiduría de Buda a todos los seres vivos; 2) para mostrar la sabiduría de Buda a todos los seres vivos; 3) para hacer que todos los seres vivos tomen conciencia de la sabiduría de Buda y 4) para guiar a todos los seres vivos a que entren en el camino del Buda”. [Véase Sutra del loto, cap. 2, pág. 31]. A estas cuatro rezones se las conoce como “cuatro modalidades o aspectos de la sabiduría de Buda”.
[10] Primer nivel de seguridad: El primero de los diez niveles de seguridad, que corresponde al undécimo de los cincuenta y dos niveles de la práctica del bodhisattva. En dicho estadio, uno cultiva la aspiración a lograr la Budeidad. Se lo considera el punto a partir del cual los Bodhisattvas de la Tierra ya no retroceden en su práctica.
[11] Gosho zenshu, págs. 870-877.
[12] En “Sobre el principio místico de la verdadera causa”, el Daishonin escribe: “Las cuatro clases de enseñanza son las siguientes: La primera es la enseñanza de causa y efecto de naturaleza dispar. Se trata de una enseñanza provisional e introductoria. La segunda es la enseñanza de causa y efecto de naturaleza idéntica. Esta es la enseñanza teórica. La tercera es la enseñanza de causa y efecto de coexistencia eterna. Es la enseñanza esencial. La cuarta es la enseñanza de causa y efecto a cada instante de la vida. El volumen quinto de Gran concentración e introspección [de T’ien-t’ai] señala: ‘Si existe la menor traza de vida, ella contiene los tres mil aspectos’. Esto no es más que la transferencia de la esencia del Sutra del loto, la Ley mística, la enseñanza pura y perfecta del Último Día de la Ley”. [Véase Gosho zenshu, pág. 871].
[13] WND, págs. 949 y 1000.
[14] WND, pág. 302.
[15] Ib., pág. 614.