10.2.06

Explicación Parte 7 GOSHO: “LA APERTURA DE LOS OJOS”

Disertación de estudio del presidente Ikeda
CONFERENCIAS SOBRE “LA APERTURA DE LOS OJOS”
(Traducción del original en japonés publicado en la edición de octubre de 2004 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.)

[7] El devoto del Sutra del loto es quien practica la enseñanza correcta con inmensa perseverancia y amor compasivo


Cuando Nichiren Daishonin estableció su enseñanza [en 1253], previó que surgirían, inevitablemente, grandes dificultades y obstáculos. No obstante, se puso de pie como devoto del Sutra del loto y juró armarse del “deseo potente e inquebrantable de salvar a todos los seres, sin jamás flaquear en mis esfuerzos”.
[1] En la entrega anterior, hablé sobre este punto.
La lucha siguiente fue, tal como predijo y como corroboran los fragmentos del Sutra del loto, una batalla contra un sinfín de persecuciones. El Daishonin escribe:

Ya transcurrieron más de veinte años desde que comencé a proclamar mis doctrinas. Día tras día, mes tras mes, año tras año, me vi sujeto a persecuciones incesantes. Los trastornos y las hostilidades menores han sido tantos, que superan toda cuenta, pero las persecuciones importantes han sido cuatro.
[2]

Las persecuciones férreas e implacables surgen del odio y de la envidia

“Las persecuciones importantes han sido cuatro”, afirma el Daishonin. En las dos décadas posteriores al establecimiento de su enseñanza, afrontó persecuciones graves, que además de poner su vida en riesgo, amenazaron la existencia de su comunidad de creyentes. No hace falta aclarar que hablo de la persecución de Matsubagayatsu (1260), el exilio a Izu (1261), la persecución de Komatsubara (1264) y la persecución de Tatsunokuchi y exilio a Sado (1271).
La persecución de Tatsunokuchi y el exilio inmediato a Sado fueron el ataque más duro de las autoridades contra el Daishonin, quien fue escoltado por la fuerza hacia el sitio de ejecución, donde los verdugos estuvieron a punto de decapitarlo. Sus seguidores fueron tratados como traidores. La represión del gobierno fue tan dura, que incluso los que sólo habían escuchado sus enseñanzas se vieron sometidos a castigos rigurosos.
[3]
Las cuatro grandes persecuciones revelaron claramente la malicia y brutalidad de los que conspiraban para deshacerse del Daishonin y destruir la comunidad de creyentes que lo seguían.
Con respecto a los muchos otros ataques y obstáculos que afrontó, el Daishonin escribe: “Los trastornos y las hostilidades menores han sido tantos, que superan toda cuenta”.
[4] Entre ellas, hubo insultos y calumnias, falsas acusaciones, acosos, y multas, gravámenes y expulsiones aplicados a sus discípulos. Las persecuciones de esta clase --que, como dice el Daishonin, “superan toda cuenta”-- se sucedieron sin pausa, reflejo de la naturaleza implacable de sus torturadores.
Aquí, después de describir someramente las dificultades que tuvo que soportar hasta ese momento, el Daishonin cita diversos fragmentos de los sutras y comentarios que esclarecen la verdadera naturaleza de las personas que lo perseguían.
Estas personas viven impulsadas, fundamentalmente, por la envidia y el odio, por una profunda animosidad que surge de un caldero hirviente de complejas emociones negativas. Los sacerdotes y seguidores laicos de otras escuelas budistas de la época albergaban profundos celos y resentimiento hacia Nichiren Daishonin, a causa de la fe pura de este último, inquebrantablemente comprometido con la práctica de la enseñanza correcta como devoto del Sutra del loto. También lo odiaban abiertamente porque había refutado los errores de las escuelas religiosas a las que pertenecían.
El Daishonin aquí cita pasajes del Sutra del loto donde se indica que el odio y los celos hacia el devoto del sutra constituyen la raíz de la persecución a la que se ven sujetos los que propagan la Ley en el Último Día.
[5] Entre dichos pasajes, figuran los siguientes:

Puesto que el odio y los celos hacia este sutra abundan incluso durante la vida de El Que Así Llega, ¡cuánto peor será después de su muerte!
[6]

Si esta persona [actuara contra un sutra como éste, o si] al ver a los que leen, recitan, copian y proclaman este sutra, los desprecia, odia, envidia o trata con rencor…
[7]

[El Sutra del loto] generará mucha hostilidad en el mundo y será difícil creer en él.
[8]

También se refiere a otros fragmentos del Sutra del loto y del Sutra del nirvana donde se detalla la persecución insidiosa que surge del odio y de los celos, y que se manifiesta como insultos, calumnias, acusaciones falsas, expulsiones y exilios, y otras formas de violencia directa e indirecta que buscan alejar a la gente de la enseñanza correcta. Para recalcar este punto, además, cita comentarios de T’ien-t’ai, Miao-lo, Dengyo, Chih-tu (autor del Tung-ch’un) y otros.
En el Último Día de la Ley, sobre el devoto del Sutra del loto se abaten persecuciones tremendas y despiadadas, debido al odio y a la envidia sin freno que se agitan en la vida de los atacantes.

La época en que reina la oscuridad fundamental



Cuando a un niño se lo cauteriza con moxa para tratarlo de alguna dolencia, éste invariablemente se enfada con su madre; cuando a alguien gravemente enfermo se le administra un buen remedio, sin falta se queja de su amargo sabor. Las quejas acerca del Sutra del loto son muy parecidas, e incluso ya lo eran durante los tiempos del Buda. ¡Cuánto más acérrima es la oposición después de su muerte, especialmente en los días Medio y Último Día de la Ley, y en un país lejano como el Japón! Así como las montañas se depositan sobre montañas, y las olas secundan a las olas, las persecuciones se suceden unas a otras y las críticas se suman a las críticas.
Ahora, han pasado más de doscientos años desde que comenzó el Último Día de la Ley. El Buda predijo que las condiciones serían mucho peores después de su muerte; vemos estos portentos en las peleas y reyertas que se producen actualmente, porque prevalecen doctrinas irrazonables. Y, como prueba de que estamos viviendo en una época corrupta, yo no fui citado para mantener un debate doctrinal con mis adversarios, sino enviado al exilio, habiendo peligrado mi propia vida.
[9]


La esencia de este odio y esta envidia es la oscuridad fundamental,
[10] que se refiere a la ignorancia y a la incredulidad con respecto a la Ley mística.
Como analicé en la última entrega, el Último Día se caracteriza porque reinan la incredulidad en la enseñanza correcta y las acciones contra la Ley. Cuando el devoto del Sutra del loto expone la enseñanza correcta, la oscuridad fundamental que anida en la vida de la gente actúa como una función demoníaca. La sociedad, en esta época corrupta, refleja fielmente la descripción que hace el Sutra del loto de los “demonios malignos” que se apoderan de la vida de los seres humanos para perseguir a los practicantes del sutra.
Es tal como afirma el Daishonin cuando escribe: “La oscuridad fundamental se manifiesta como el rey Demonio del Sexto Cielo”.
[11] Del mismo modo, de acuerdo con su observación, “Las funciones demoníacas malignas odian a las buenas personas”,[12] aquellos en cuya vida se desatan las funciones demoníacas o destructivas hostigan a los practicantes de la enseñanza correcta.
El Daishonin también declara:

Toda la tierra del Japón odia a Nichiren. […] Todos, desde el gobernante hasta la gente común, se revuelven de ira contra mí, como nunca se ha visto en el mundo. Es la primera vez que la oscuridad fundamental irrumpe en la vida de la gente común, capturada en las ilusiones del pensamiento y del deseo.
[13]

En el Último Día, cuando en la sociedad proliferan las acciones contra la Ley, aparecen los tres obstáculos y los cuatro demonios con mayor intensidad aún que en el Día Medio de la Ley, en que vivieron T’ien-t’ai y Dengyo. Esto se debe a que la incidencia de tales actos contra la Ley estimula la función de la oscuridad fundamental e intensifican los tres venenos: furia, codicia y estupidez. En consecuencia, son mayores la envidia y el odio hacia el devoto del Sutra del loto que expone y propaga la enseñanza correcta.
El Daishonin lo explica en La apertura de los ojos, valiéndose de la siguiente analogía: “Cuando a un niño se lo cauteriza con moxa para tratarlo de alguna dolencia, éste invariablemente se enfada con su madre; cuando a alguien gravemente enfermo se le administra un buen remedio, sin falta se queja de su amargo sabor”.
[14]
El hecho de que uno sea el practicante del Sutra del loto, que esté propagando infaliblemente la Ley mística, despierta un feroz resentimiento en aquellos que no pueden creer en ella. Como afirma el Daishonin: “[Si ustedes la propagan, sin falta surgirán funciones demoníacas]. Pues si esto no ocurriera, no habría forma de saber que ésta es la enseñanza correcta”.[15]

El devoto es atacado por reiteradas persecuciones, aun sin haber cometido mal alguno

Los ataques difamatorios son el medio que utilizan las personas profundamente arrogantes para desacreditar a los justos. Estas, deseosas de eludir el debate o el diálogo, y en aras de resguardar su propio prestigio, recurren al medio infame de propagar mentiras y calumnias acerca de sus enemigos. Ensucian a los justos, tratándolos de villanos.
El capítulo “Aliento a la devoción” (13o) del Sutra del loto describe la forma en que los sacerdotes arrogantes respetados como santos --es decir, la tercera clase de enemigos poderosos-- diseminarán calumnias contra el devoto del Sutra del loto ante los gobernantes, ministros y otras personas influyentes de la sociedad. Al mismo tiempo, el Sutra del nirvana dice que muchas personas no budistas se presentaron ante el rey Ajatashatru
[16] para acusar falsamente a Shakyamuni; por ejemplo, diciendo que era un hombre ávido de riquezas y que se valía de conjuros y hechizos. Con argumentos totalmente opuestos a la verdad, dijeron que el Buda era “un hombre de perversidad incomparable”.[17]
En una sociedad sensata, naturalmente habrá líderes capaces de reconocer estas mentiras. El Daishonin nota que T’ien-t’ai y Dengyo inicialmente afrontaron diversas persecuciones en el Día Medio de la Ley, pero que sus gobernantes, en última instancia, pudieron discernir y esclarecer lo correcto, y poner fin a todo tipo de hostigamientos.
Sin embargo, en el Último Día de la Ley, cuando las enseñanzas budistas son distorsionadas y manipuladas por sacerdotes que se han dejado dominar por la función demoníaca, los líderes de la sociedad pierden la capacidad y la voluntad de distinguir entre el bien y el mal. Por ende, el Daishonin escribe: “Prevalecen doctrinas irrazonables. Y, como prueba de que estamos viviendo en una época corrupta, yo no fui citado para mantener un debate doctrinal con mis adversarios”.
[18] Aquí, se refiere a la forma escandalosa en que el gobierno administraba la justicia, como cuando sentenció sumariamente a Nichiren Daishonin al exilio --equivalente a la pena de muerte-- sin darle una equitativa oportunidad de defenderse de los cargos que se le imputaban.
En la época democrática actual, la mención a los “gobernantes incapaces de discernir la verdad” se aplica a las sociedades cuyo pueblo acepta la mentira y mira de brazos cruzados cómo sus compatriotas son objeto de calumnias.
Si uno no confronta las mentiras y las distorsiones, la gente pensará que son hechos reales. La sociedad que no puede combatir esta manipulación de la verdad seguramente sufrirá por su propia decadencia y corrupción espiritual. Por lo tanto, para impulsar el kosen-rufu en el Último Día, es absolutamente vital que emprendamos un debate enérgico y perspicaz, y que ejerzamos la palabra valientemente, para neutralizar la oscuridad fundamental en la vida del pueblo y confrontar las acciones contra la Ley, que espiritualmente son tan destructivas. Es la única forma de restaurar la salud espiritual en nuestra sociedad.
Aunque, específicamente, me centré en el ejemplo de las mentiras y acusaciones falsas utilizadas para atacar a los devotos del Sutra del loto, no es fácil de ninguna manera hablar de frente y proclamar la verdad en una sociedad corrupta, donde se confunde el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto. Diría, al revés, que cuanto más uno defiende la verdad, más feroces se tornan las persecuciones y ataques. Es como el caso de la persona que, en la Antigüedad, proclamaba que la Tierra gira alrededor del Sol, cuando todos estaban convencidos a rajatabla de que el Sol daba vueltas en torno a la Tierra. Los que defienden la verdad encuentran persecuciones implacables e incomprensibles; esto, de por sí, demuestra que son personas íntegras y veraces.
El Daishonin, puesto a analizar los requisitos de un devoto del Sutra del loto en el Último Día de la Ley, escribe:

Si a una persona que no es culpable de ningún delito le siguen acaeciendo, una y otra vez, persecuciones mayores a las que sufrió el Buda durante su existencia, debe entenderse que esa persona es un verdadero devoto del Sutra del loto en la época posterior a la muerte del Buda.
[19]

Aunque el devoto del Sutra del loto no ha cometido ninguna falta, constantemente se ve acosado por persecuciones tremendas. Es lo que describe enfáticamente el Daishonin con estas palabras: “Así como las montañas se depositan sobre montañas, y las olas secundan a las olas, las persecuciones se suceden unas a otras y las críticas se suman a las críticas”.
[20]
Consciente desde el comienzo de que afrontar persecuciones sería ineludible, el Daishonin se puso de pie valientemente, como devoto del Sutra del loto. Y habiendo sostenido una batalla incesante durante veinte años, siguió exponiendo la enseñanza correcta con el rugido apasionado de un león, desde el lugar de su destierro en la isla de Sado.

Proclamar la Ley mediante la perseverancia y el amor compasivo


Si hablamos de entender el Sutra del loto, sólo tengo una ínfima parte de la capacidad inmensa que tuvieron T’ien-t’ai y Dengyo. Pero, en lo que respecta a mi capacidad de resistir persecuciones y a la magnitud de mi amor hacia los demás, creo que T’ien-t’ai y Dengyo me respetarían profundamente.
[21]


En el fragmento anterior, el Daishonin define su propia identidad como devoto del Sutra del loto.
Aun en el supuesto caso de que T’ien-t’ai y Dengyo lo superaran en comprensión profunda del Sutra del loto, el Daishonin dice que nadie puede igualarse a él en perseverancia y amor compasivo a la humanidad.
Naturalmente, para difundir la Ley mística en el Último Día, es importante hablar con los demás basados en una comprensión profunda del Sutra del loto; en otras palabras, exponer la enseñanza y las doctrinas del sutra de manera lógica y coherente. El Daishonin dice que, tal vez, T’ien-t’ai y Dengyo tengan una mayor autoridad para impartir explicaciones lúcidas y racionales, pero de ninguna manera está rechazando la necesidad de este tipo de fundamentación.
Sin embargo, lo importante es la perseverancia (es decir, la capacidad de soportar la persecución) y el amor compasivo y humanístico, indispensables para propagar realmente la Ley en la época corrupta conocida como el Último Día de la Ley, y para ayudar a ser felices a las personas que experimentan sufrimientos extremos. La perseverancia y el amor compasivo son como dos caras de una misma moneda. Este profundo amor a la humanidad, basado en el deseo de liberar al ser humano del sufrimiento, nos da fuerzas insospechadas para soportar la persecución y difundir la Ley.
Pero resistir la persecución y perseverar en medio de obstáculos no implica un estado de aceptación resignada o pasiva. El Último Día es una época en la que impera el mal. Los que tienen conciencia de su misión --vencer este mal y hacer que los demás comprendan la verdad suprema de la vida-- deben prepararse para seguir luchando, aun ante las dificultades más terribles. Su conducta está motivada en un amor tan solemne como riguroso, que los lleva a luchar para que nadie, en el Último Día, caiga en la trampa desafortunada de actuar contra la Ley. Este amor incondicional conduce directamente a la iluminación de todos los pueblos en el Último Día.

La alegría de la fe, basada en el principio de “adoptar voluntariamente el karma apropiado”


Con este cuerpo que poseo, he cumplido las predicciones del sutra. Cuanto más me atacan las autoridades del gobierno, mayor es mi deleite. Por ejemplo, hay ciertos bodhisattvas del Hinayana, aún no liberados de la ilusión, que a través de su propio juramento benevolente adoptan un karma negativo. Si ven que su padre y su madre han caído en el infierno y están sufriendo muchísimo, deliberadamente crean el karma apropiado con la esperanza de poder caer también en el infierno y compartir los sufrimientos de sus padres asumiéndolos como propios. Así pues, para estas personas, el sufrimiento es una alegría. Lo mismo ocurre conmigo [con respecto al cumplimiento de las predicciones]. Aunque en este momento tengo que enfrentar pruebas casi imposibles de soportar, me inunda el júbilo de sólo pensar que, en el futuro, podré dejar de nacer en los malos caminos.
[22]


El amor compasivo es la fuerza motriz que sostiene la perseverancia; y la perseverancia es prueba de un profundo sentimiento de amor a los seres humanos. Para explicarlo, el Daishonin analiza el principio de “adoptar voluntariamente el karma apropiado”.
[23]
Aquí, el Daishonin señala que las persecuciones graves que él ha enfrentado corresponden al principio de que los bodhisattvas adoptan voluntariamente el karma apropiado y eligen asumir estos sufrimientos, en su deseo de guiar a los seres humanos a la iluminación. Así como los bodhisattvas consideran que adoptar sufrimientos para salvar a los seres vivos es una alegría, el Daishonin dice que él también considera el dolor y el sufrimiento derivados de sus persecuciones como un motivo de júbilo, pues ello le permitirá evitar los malos caminos en futuras existencias.
Esta conciencia jubilosa con que se vive el karma como algo escogido y adoptado voluntariamente aparece en los últimos renglones de La apertura de los ojos, donde leemos:

Por lo que hice, fui condenado al exilio, pero éste es un sufrimiento menor, limitado a mi existencia actual, y del que no vale la pena lamentarme. En mis existencias futuras, disfrutaré de una inmensa felicidad, y este pensamiento me colma de profunda alegría.
[24]

El principio de “adoptar voluntariamente el karma apropiado” es la conclusión lógica de la noción budista sobre la transformación del karma. Para decirlo simplemente, representa una forma de vivir en la cual el karma se convierte en misión.
Todo lo que ocurre en nuestra vida tiene significado. Es más, la forma budista de vivir es hallar y descubrir sentido en todas las cosas. Nada es vano o carente de sentido. Sea cual fuere el karma de alguien, sin falta ha de tener un significado profundo.
Y no me refiero a una cuestión de enfoque. Cambiar el mundo empieza por cambiar nuestra mentalidad fundamental. Este es un principio clave dentro del budismo. La potente determinación de convertir hasta el karma adverso en misión puede transformar radicalmente el mundo real. Cuando cambiamos nuestro estado de vida interior, podemos transformar cualquier sufrimiento o adversidad en un motivo de alegría, y considerarlo un medio para cultivar y perfeccionar nuestra existencia. Convertir incluso el dolor en creatividad es la forma de vivir de un practicante del budismo.
Y Nichiren Daishonin es quien nos enseña este camino esencial mediante su propia conducta y sus acciones como devoto del Sutra del loto.
El camino directo hacia la felicidad es tener espíritu de lucha. Sólo las contiendas y los desafíos nos permiten desarrollar fortaleza interior y construir existencias realmente creativas. A la vez, cuando uno mantiene una fe inquebrantable en la enseñanza correcta, pase lo que pase, sean cuales fueren los obstáculos, puede entrar en la órbita de la dicha genuina por toda la eternidad. Lograr la Budeidad en esta existencia significa asegurar esta órbita en nuestra vida diaria, en el tiempo que dure nuestra vida actual.
El practicante de la enseñanza correcta que lucha sin descanso por propagar la Ley puede ser visto como el epítome del humanismo supremo, que el Daishonin asumió y mostró basado en el Sutra del loto.
Si vemos las dificultades desde un elevado estado de vida, todas son el verdadero cimiento de nuestro crecimiento y desarrollo personal. El practicante de la enseñanza correcta que sobrelleva los obstáculos pensando “Si [las funciones demoníacas no surgieran], no habría forma de saber que ésta es la enseñanza correcta”,
[25] llega a corporificar la Ley mística sin falta. Alguien así logra el inmenso estado de vida en el cual todas las dificultades que acaecen pueden ser vistas como “paz y goce”,[26] y es natural deleitarse en ellas, con el sentimiento reflejado en el pasaje del Gosho que dice “Cuanto más grandes sean las dificultades que se abatan sobre él, mayor será su deleite, debido a la fuerza de su fe”.[27]
El Daishonin, al revelar claramente su estado de vida a sus seguidores y a toda la población mediante La apertura de los ojos, buscó abrir los ojos de todos los hombres cegados por la oscuridad fundamental. También luchó por transmitir el júbilo indescriptible que experimenta un devoto del Sutra del loto.

(Continuará.)


(Traducción del original en japonés publicado en la edición de noviembre de 2004 del Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.)

[1] The Writings of Nichiren Daishonin (WND), pág. 240.
[2] Ib.
[3] Véase WND, pág. 240.
[4] Ib.
[5] Ib.
[6] Sutra del loto, cap. 10 (“Maestro de la Ley”), pág. 164.
[7] Véase Sutra del loto, cap. 3 (“Parábolas y semejanzas”), pág. 74.
[8] Véase Ib., cap. 14 (“Prácticas pacíficas”), pág. 207.
[9] WND, págs. 241-242.
[10] También llamada ignorancia fundamental o primordial. Es la ilusión más profundamente arraigada e inherente a la vida, que da origen a todas las demás ilusiones. La oscuridad fundamental se refiere a la incapacidad de ver o reconocer la verdad; en particular, la verdadera naturaleza de la propia vida. El Daishonin interpreta la oscuridad fundamental como la ignorancia de la Ley suprema, o la ignorancia de que la propia vida es, esencialmente, una manifestación de la Ley, que él identifica como Nam-myoho-renge-kyo.
[11] WND, pág. 1113.
[12] Ib.
[13] Ib., pág. 1114.
[14] WND, pág. 241.
[15] Ib., pág. 501.
[16] Ajatashatru: Rey de Magadha, India, que vivió en la misma época que Shakyamuni. Incitado por Devadatta, quien se había convertido en enemigo de aquel, Ajatashatru asesinó a su propio padre, el rey Bimbisara, que era seguidor de Shakyamuni. Luego, ocupó el trono en su lugar. En otra ocasión, nuevamente instigado por Devadatta, soltó una estampida de elefantes embriagados para asesinar a Shakyamuni y a sus discípulos. Después, atormentado por la culpa por el parricidio, contrajo una enfermedad que le cubrió el cuerpo de llagas pestilentes. En ese momento, por consejo de su médico y ministro Jivaka, buscó a Shakyamuni, quien le enseñó las doctrinas del budismo y le permitió erradicar su karma negativo y prolongar su vida.
[17] WND, pág. 240.
[18] WND, pág. 242.
[19] Ib., pág. 696.
[20] Ib., pág. 241.
[21] WND, pág. 242.
[22] WND, pág. 243.
[23] Adoptar voluntariamente el karma apropiado: Este término se aplica a los bodhisattvas que, pese a estar en condiciones de recibir las puras recompenses de su práctica budista, renuncian a ellas y juran renacer en un mundo impuro para salvar a los seres vivos. Difunden la Ley mística, soportando los mismos sufrimientos que aquellos que nacen en el mundo impuro a causa de su karma. El término se origina en la interpretación que hace Miao-lo de ciertos fragmentos importantes del capítulo 10o del Sutra del loto (“Maestro de la Ley”).
[24] WND, pág. 287.
[25] WND, pág. 501.
[26] Véase El registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, traducido por Burton Watson, Tokio, The Soka Gakkai, 2004, pág. 115.
[27] Ib., pág. 33.